19 de Diciembre de 2025

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Maestra sin título ni cédula violentó a niño con síndrome de Down en CDMX; esta es la historia

La mujer, identificada como Nancy, ha laborado sin documentación durante 12 años en el Colegio Holístico Infantil FESTUM, en Tlalpan

Fecha de publicación: 20/Agosto/2025 | Autor: Francisco Javier Munguía

Fotografías que muestran cortadas en las comisuras labiales y caritas pintadas con plumón en la espalda baja del niño

Esta es la historia de un caso de maltrato infantil hacia una persona con discapacidad. 

Un niño con síndrome de Down, al que llamaremos por sus iniciales (V.J.C.L.), fue sometido por una profesora —durante ocho meses— a terapias obsoletas que derivaron en lesiones físicas. También lo segregó del grupo, impidió su desarrollo social y académico, lo abandonó al cargo de una becaria y lo filmó, fotografió y tocó en zonas como abdomen y espalda baja (cerca del recto) sin el más mínimo consentimiento, criterio, ética, y profesionalismo. 

Esta ‘profesora’, a quien identificaremos únicamente como Nancy debido a los procesos legales abiertos en su contra, es una docente sin título ni cédula profesional que ha trabajado durante 12 años en el Colegio Holístico Infantil FESTUM COEDI, ubicado en Tlalpan, en la Ciudad de México, al amparo de la directora Beatriz Castro Estrada.

Guadalupe Fernández, madre del menor, nos comparte el caso:

Fachada del Colegio Holístico Infantil, en Tlalpan, CDMX

Docente se mostró renuente desde el inicio

Apenas iniciado el ciclo escolar, en septiembre pasado, el colegio solicitó a Guadalupe clases particulares para Nancy a modo de capacitación, impartidas por las terapeutas de su hijo, las cuales costeó de su bolsillo. La intención era dotar de herramientas a la maestra y mejorar la calidad educativa del niño, así como asegurar un trato adecuado, digno y adaptado. 

Sin embargo, de acuerdo con la madre, Nancy se mostró grosera, déspota y prepotente. Incluso señaló que durante la capacitación la maestra sostuvo una fuerte discusión con la terapeuta de lenguaje en la que le reclamó porque el niño no era capaz de pronunciar la “r”. La especialista le respondió con sustento bibliográfico, pero la fricción continuó por parte de la docente, quien después descalificó los ajustes razonables propuestos para el ciclo, sugiriendo que Nieto no tenía conocimiento alguno de los procesos educativos. (La terapeuta es especialista en comunicación humana, enfocada en la enseñanza a infancias con discapacidad, con énfasis en síndrome de Down). 

Ante ello, otras docentes de la institución intervinieron y dieron por finalizada la clase. Dos semanas después llegó la primera junta de evaluación entre Nancy y Guadalupe. La maestra se limitó a hablar de su vida personal, dejando correr el tiempo sin presentar o discutir el desempeño de V.J.C.L. 

En los últimos minutos, Nancy exhibió videos y fotografías del niño tomadas con su celular en las que se muestra su negativa para trabajar. No obstante, la madre no autorizó ningún permiso para ello. En el ciclo escolar anterior firmó un documento de consentimiento exclusivo para su anterior tutora, Karina, pues ella usó las herramientas digitales para elaborar una bitácora visual que resultó funcional y sumamente ilustrativa, centrada en el trabajo en el aula.

Por el contrario, Nancy solo mostró videos regañándolo, pero ni uno trabajando, advirtiendo además que tenía mucho más material en su dispositivo, mismo que no reveló. Finalmente, debía ser entregada una evaluación por escrito, la cual le fue negada tanto por la maestra titular como por la dirección.

La segunda evaluación estaba programada para el 22 de noviembre, pero Guadalupe llegó ocho minutos tarde, retraso que le valió la cancelación y la negativa —por segunda vez— de un reporte escrito. La directora del plantel aseguró que reprogramarían el encuentro, lo cual nunca ocurrió. 

Lo sometió a terapias dañinas 

En febrero de este año, tras las atropelladas evaluaciones sin resultados, y con el aval de la directora, Nancy y Guadalupe acordaron conversar todos los jueves por la mañana previo al inicio de clases para una breve retroalimentación y detallar lo trabajado durante la semana. El día 20 de ese mes arrancó el nuevo modelo de comunicación. La maestra aseguró que se había informado sobre el lenguaje, y por tanto, ella misma le daría terapia al niño, siendo lo único que trabajarían en clase. Para esto solicitó popotes rígidos, mermelada, yogurt y cajeta. 

Sin permitirle a la madre replicar y mostrar su inconformidad, Nancy se retiró. Guadalupe acudió a la dirección para hacer saber su preocupación, pues Nancy no tiene una licenciatura, curso o diplomado en Comunicación Humana. Ante ello, el administrativo —identificado como Ricardo— comentó que evaluarían la situación, pero que estaba obligada a enviar el material. 

Cinco días más tarde —el 25 de febrero—, en casa mientras comían, la madre se percató que su hijo rechazaba la comida y manifestaba dolor. Lo revisó y encontró heridas en las comisuras labiales, por lo que de inmediato suspendió el suministro de insumos. 

Foto que evidencia cortadas en las comisuras labiales del niño

Por su parte, la terapeuta particular dijo: “Lo que hace la maestra NO está nada bien (…) esos ejercicios son obsoletos y hace años están contraindicados”. 

El niño, excluido de todas las actividades 

En cuanto al trabajo en clases y temario, Nancy se negó a dejar tarea al niño, hecho contrario al resto de compañeros. Frente a esta situación, Guadalupe pagó clases de regularización en tareas del mismo colegio, impartidas cada lunes por una profesora de nombre Ivonne. De esa forma obligó a Nancy a dejarle trabajos extracurriculares, pero para su sorpresa consistían en hacer recortes o colorear un pequeño dibujo. Ivonne tenía prohibido delegar actividades adicionales pues Nancy se molestaba.

Pero, ¿por qué no le dejaba tarea como al resto? Según la maestra, porque el niño iba atrasado. Incluso admitió que en el salón tampoco trabaja lo mismo que con el resto del grupo. 

“¿Cómo mi hijo no sabe leer ni escribir bien, no trabaja nada con él?”, preguntó Guadalupe.

Pero no obtuvo respuesta. Nancy llamó a gritos al administrativo del plantel, quien le pidió a la madre retirarse a la par que la docente simplemente se alejaba al salón. Luego de una nueva junta con la directora se acordó que los avances del niño se reportarían a través de una bitácora diaria escrita para evitar en absoluto la convivencia y el careo entre las partes. 

El objetivo era notificar desde sus comidas e idas al baño, la calidad de su trabajo en el salón, hasta los conocimientos que debían reforzar en casa de la mano de sus terapeutas particulares. Pero este mecanismo sólo fue empleado unos cuantos días, con información repetida, genérica, donde se hablaba de todo el salón —no de V.J.C.L.— y sin evidencias; incluso con fotografías de cuadernos de otros niños.

“Cuando salía de clases empezaba por preguntar (al niño) si había dibujado, escrito, leído, etcétera. Me decía que no a todo, y le preguntaba: ¿entonces no hiciste nada?, él negaba moviendo la cabeza; ¿miss Nancy estuvo contigo?, me respondía que no; ¿tus compañeros trabajan junto a ti?, se ponía muy triste y me contestaba no; ¿estás alejado de todos? me contestó que sí”, relató Guadalupe. 

En esa bitácora intervenían todos aquellos que tenían contacto con el niño. Y mientras Nancy se quejaba de las conductas del menor —demostrando su falta de preparación ante su discapacidad— la maestra de inglés, Mercedes, enviaba felicitaciones por su buen desempeño, acompañadas de evidencias tangibles (las únicas) del trabajo que realizaban en su clase. 

“Ese niño va a aprender primero inglés que español”, decía constantemente Nancy en tono burlón.

Cansada de la situación, en completo desconocimiento del estado académico de su hijo, y con las terapeutas confirmando que se perdieron todos los avances obtenidos, Guadalupe solicitó referencias a otras madres de alumnos y exalumnos, solo para descubrir que muchos niños han tenido problemas con Nancy y han abandonado la escuela señalándola como culpable. Incluso cuenta con notas administrativas. También le confirmaron que su hijo era alejado del resto. 

“Es regañado por Nancy si se acerca a sus compañeros (…) es discriminado diariamente por Nancy, es excluido de las actividades solo por vivir con una discapacidad”, le comentaron otras madres.

Incluso se percató que V.J.C.L. era atendido todo el día por la becaria del colegio, Daniela, quien está liberando su servicio social, por tanto no tiene experiencia, título, cédula, ni la capacidad o especialidad para atender a su hijo. 

Discriminación se tornó en violencia física 

Hacia mediados de marzo la violencia se agravó. La madre detectó caritas sonrientes pintadas con plumón en la cara, brazos y cuello de su hijo. La docente argumentó que eran un premio “cuando hace algo bien” y aseguró que eran a petición del propio alumno. Pero al llevarlo a natación encontró que las caritas también estaban en el abdomen, cintura y espalda baja, muy cerca del recto. A esto se sumaron rasguños, raspaduras y golpes que no fueron reportados en la hoja de incidencias destinada para ello, y en la que en anteriores ocasiones sus padres ya habían firmado de enterados ante caídas accidentales o incidentes de otra índole. ¿Por qué estos no fueron comunicados? 

“Decidí grabar a mi hijo preguntándole quién le había hecho esas caritas y con su propia voz me respondió que Nancy, dándome cuenta que ha estado siendo violentado”.

Caritas pintadas en el área abdominal y espalda baja Rasguño en el costado del tórax

Profesora sin título ni cédula

En ese momento, ante las sospechas de más abusos de los que lamentablemente no pudo percatarse, Guadalupe decidió tomar acciones legales. El primer paso fue pedir a la escuela la cédula profesional y el título de Nancy. Ambas le fueron negadas en principio por el administrativo, quien argumentó que se trataba de datos sensibles que debían ser solicitados vía escrita a la SEP.

Al término del día de clases Guadalupe pasó a la dirección por la documentación solicitada sólo para descubrir que Nancy no cuenta con cédula ni título. Para llenar el vacío, la directora Beatriz mostró una solicitud de titulación por diplomado ante la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) fechada en 2024 (hace apenas un año, 11 después de laborar en el colegio), pero esta opción no existe. La institución —adscrita a la SEP— sólo titula por esa vía a egresados de la Licenciatura en Educación Preescolar y Primaria para el Medio Indígena. En otras palabras: los diplomados NO son parte de los programas de titulación. Por tanto, resulta en un documento falso. 

Tras recibir disculpas y ofrecimientos de múltiples escenarios en los que Nancy no volvería a intervenir en la educación de su hijo, Guadalupe optó por darlo de baja y seguir el curso legal. Ante ello pidió las cosas del menor y para colmo no le entregaron la melódica (instrumento musical) pues dijeron se extravió desde inicios del ciclo, hecho que nunca le reportaron y sinónimo de que tampoco recibió clases de esa materia en todo el año. 

“Fue víctima de actos de humillación, discriminación, violencia y abuso, presentando como consecuencia un retroceso en su desarrollo personal, emocional y educativo. Aún con las capacitaciones y con las juntas que constantemente solicité en la dirección, con acuerdos escritos —que no se respetaron— y las denuncias que hice, la escuela nunca investigó, hizo caso omiso”.

Denuncias en curso 

En mayo, Guadalupe acudió ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, particularmente a la de Investigación de Delitos Cometidos en Agravio de Niñas, Niños y Adolescentes, para solicitar la apertura de la carpeta de investigación en contra del colegio y de Nancy. El proceso está en curso y este 21 de agosto está citada a entregar las pruebas que acrediten las vulneraciones cometidas. 

Documento de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México que da fe del inicio de una investigación en contra del colegio y la maestra Nancy

También, asistió al Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED), donde inició una etapa de conciliación que consistió de tres careos donde la directora Beatriz se ofreció a reparar el daño mediante la devolución de las mensualidades del curso escolar y la cuota de inscripción. A cambio, solicitó retirar la denuncia en contra del colegio y de Nancy.

Guadalupe no aceptó, pues de esa forma la maestra titular quedaría impune. Tras las tres reuniones el acuerdo es retirar únicamente la denuncia en contra del plantel, hecho que fue aceptado por ambas partes y cuyo pago se haga vía cheque en las instalaciones de COPRED con fecha tentativa el 5 de septiembre. 

Finalmente, también en mayo denunció ante la Secretaría de Educación Pública. Aquí, Guadalupe expresó preocupación, pues al canalizarla con la coordinadora sectorial de la zona preescolar 139, a la cual el colegio está adscrito con clave la  09PJN5902Z,  ella —María de Lourdes Sánchez— comentó: “ah, sí, Betty (hablando de forma cariñosa a Beatriz, la directora) ya nos había advertido”. 

Correo del 10 de agosto en el que se lee que no hay una respuesta respecto a al denuncia frente a la SEP

Hasta el momento es la única denuncia que no presenta avances. Tal como consta en este correo del 10 de julio en el que afirma no contar con información.