Sólo con el pensamiento, una persona con discapacidad motora podrá mover un brazo robótico
Los avances de la tecnología y el desarrollo de la neurociencia son fundamentales en los logros del científico español José Manuel Carmena, quien está haciendo realidad un sueño de las pcd motriz.
18 de abril de 2023
Ivett Rangel
Parece un sueño, pero no lo es. Hoy está más cerca que nunca que las personas con discapacidad motriz puedan aprender a mover un brazo robótico con el pensamiento y este hecho, producto del trabajo y la innovación de un investigador español, cambiará la vida a millones de personas en esa condición.
El científico es José Manuel Carmena, un experto en la aplicación de la Ingeniería Electrónica a la Neurociencia, que ha trabajado durante muchos años como profesor e investigador en la Universidad de California-Berkeley. Ha sido pionero en el desarrollo de interfaces cerebro-máquina, tecnologías que permiten la comunicación directa entre el cerebro y dispositivos externos, como un brazo robótico o prótesis, para ayudar a personas con discapacidad motora.
En 2017, fundó la empresa de biotecnología iota Biosciences para llevar la investigación a la producción de soluciones con impacto real en la sociedad. Además, forma parte del equipo que asesora en la creación del Centro Nacional de Neurotecnología ‘Spain Neurotech’, que busca ser un referente en la aplicación de la inteligencia artificial a la neurotecnología.
Ahora, Carmena se prepara para viajar de California a Madrid y compartir su conocimiento sobre interfaces cerebro-máquina y su aplicación en enfermedades del sistema motor. Además, recibirá el premio “Hero Award Internacional” por su destacada trayectoria en la Ingeniería Electrónica y la Neurociencia a nivel mundial, según publica el sitio digital GNDiario.
Tecnología al servicio
La interfaz cerebro-máquina puede mejorar la calidad de vida de muchísimas personas con enfermedades motoras, sensoriales y cognitivas, dice Carmena. Pero ¿cómo funciona esto?
Se trata de una tecnología implantada (invasiva) o no implantada (no invasiva) en el cerebro encargada de registrar la actividad neuronal. La no invasiva se realiza con tecnología de electroencefalograma (EEG), electrodos que se colocan en el cuero cabelludo, y la invasiva consiste en hacer una craneotomía del cráneo e insertar en la corteza cerebral unos electrodos.
Después, un algoritmo matemático traduce las señales de las neuronas en señales motoras de control de un robot para realizar una determinada tarea. Por ejemplo, mover un brazo robótico para alcanzar un vaso de agua sólo con el pensamiento. La idea es que el paciente que no puede mover su brazo, pero tenga su cerebro intacto, aprenda a mover un brazo robótico sólo con pensar en cómo quiere hacerlo.
Un brazo robótico con posibilidad de ‘sentir’
Carmena no se quedó en lograr movimiento solo con pensarlo. Para él, como especialista en la neurociencia, fue más allá e incluyó la sensación táctil para mejorar el control. Es decir, además de poder mover ese brazo robótico, el usuario podrá sentir lo que la mano robótica está agarrando y así poder hacer un agarre más preciso, al tener más incorporado ese cuerpo que no es natural.
De esta forma, si por ejemplo voy a darle la mano a alguien sería importante que pudiera sentir esas sensaciones táctiles para no apretar demasiado fuerte. Es muy importante hacer tanto la decodificación como la codificación de esas sensaciones táctiles artificiales de vuelta al cerebro.
Utilizando mucha inteligencia artificial, se puede decodificar con mucha fidelidad las señales musculares de lo que el paciente quiere decir, sólo con el pensamiento. Es decir, por ejemplo, podrías hablar con Siri literalmente con el pensamiento, sin tener que hablar y de forma mucho más rápida.
Hay compañías que ya están trabajando en técnicas no invasivas para esto, no sólo para personas con discapacidad. Por otro lado, hay compañías que se dedican a utilizar las interfaces cerebro-máquina en implantes como prótesis de memoria para la gente que tiene problemas de memoria consecuencia de un ictus.
Por Redacción Yo También
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