El dolor crónico se multiplica en México como una herencia de la precariedad
La prevalencia de la enfermedad en mayores de 50 años es de 41.5 por ciento y es más frecuente en mujeres que en hombres: 48.3 por ciento vs. 33.6 por ciento
26 de octubre de 2022
Teresa Peón y Nava
El dolor es esa sensación molesta e incómoda que todas las personas hemos experimentado alguna vez en la vida y que per se no es una condición negativa, ya que cumple con la función de alertar al organismo sobre un peligro que le afecta desde su interior.
Se trata de una señal de alerta para generar una conducta protectora, describe Antimio Cruz, uno de los periodistas científicos más reconocidos, en un reportaje publicado en el diario Crónica.
Sin embargo, todo cambia cuando esa sensación se vuelve persistente y permanece hasta convertirse en algo crónico. Es entonces cuando el dolor se transforma en una enfermedad que debe ser tratada de manera específica.
En México, el dolor que rebasa los tres meses de duración y se vuelve compañero permanente tiene un abanico amplio de causas que incluye lesiones no atendidas, desgaste articular y daños en el sistema nervioso.
Todos esos factores pueden ser considerados discapacitantes, ya que podrían derivar en inmovilidad y la consiguiente pérdida de trabajo; lo que se traduce en menores ingresos y el deterioro de la convivencia social.
Las personas mayores de 50 años son candidatas idóneas para desarrollar dolor crónico, sobre todo si carecen de una atención médica preventiva. Y sus problemas se agravan cuando el dolor crónico se convierte en una condición severa y discapacitante que exige recibir cuidados paliativos porque, como recoge Me dueles, México, hasta antes de la crisis sanitaria que generó el coronavirus, en el país había cerca de 600 mil personas que requerían cuidados paliativos y control del dolor.
“Pero sólo el 25 por ciento de las necesidades de esta gente estaban cubiertas. Encima ahora llegó este tsunami que es la pandemia. Lo que antes se fraccionaban para todo un año, en 2020 se acabó en tres meses, en julio ya era muy difícil conseguir sedantes”,
agrega Silvia Allende, jefe de cuidados paliativos del Instituto Nacional de Cancerología (Incan) y promotora del acceso a medicinas contra el dolor en el país.
Y esta realidad se refleja en las historias de vida que va entretejiendo el texto de Cruz, quien también llega a la conclusión de que aunque no hay cifras oficiales sobre la prevalencia del dolor crónico en México, en 2007 el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán hizo algunas estimaciones.
De acuerdo con esos cálculos, la prevalencia de dolor crónico en mayores de 50 años, en este país, es de 41.5 por ciento y es más frecuente en mujeres que en hombres (48.3 por ciento vs. 33.6 por ciento). Además, detectó que la prevalencia aumenta entre los grupos de mayor edad y de menor escolaridad.
“El dolor se asoció directamente con el reporte de artritis, enfermedad pulmonar, caídas, hipertensión, depresión, enfermedad vascular cerebral (EVC) e historia de cáncer, así como con alteración en la funcionalidad… El dolor es un problema frecuente entre los adultos mayores mexicanos y se asocia con un gran número de patologías diversas”,
señala el estudio, divulgado a través de la Revista de Salud Pública de México y encabezado por los investigadores Abel Barragán Berlanga, Silvia Mejía Arango y Luis Miguel Gutiérrez Robledo.
Por Redacción Yo También