19 de Diciembre de 2025

Opinión

Las personas ciegas también “meserean”

Celso Soto nos comparte su experiencia como mesero en las denominadas "Cenas a ciegas", un concepto que permite sensibilizar a las personas respecto a la discapacidad visual.

Fecha de publicación: 20/Marzo/2025 | Autor: Celso Soto

Ilustraci?n en blanco y negro de Celso Soto, consultor de accesibilidad y columnista de Yo Tambi?n

En la sociedad mexicana es común que en algún momento las personas experimenten el noble trabajo de mesera(o), algunas veces para sacar un dinerito extra, otras veces como la única opción de empleo disponible, y otras más por vocación al servicio. Pues bien, las personas ciegas también mesereamos.

Hace unos días mientras escuchaba la historia de Cuco (el joven con síndrome de Down), quien trabaja en un restaurante de hamburguesas, recordé mis tiempos en los que hice de mesero ciego en lo que se conoce como Cenas a ciegas” o “Cenas en la oscuridad”.

¿Qué son las cenas a ciegas?

Las cenas a ciegas son experiencias gastronómicas en las que los comensales disfrutan de sus alimentos en total oscuridad. Ya sea que el lugar se aísle de la luz o que las personas lleven los ojos vendados, Los comensales dependen de sus demás sentidos para degustar sus alimentos y bebidas. Aunado a esto, las personas con discapacidad visual son las que fungen como meseras.

Existen pocas fuentes al respecto, pero se cree que el concepto de cena en la oscuridad nació en Europa en la década de 1990. Según un artículo de Letras Libres, uno de los primeros restaurantes en implementar esta idea fue el Blindekuh en Zúrich, Suiza, inaugurado en 1999.

En México, los antecedentes más antiguos de que tengo conocimiento son de 2010 cuando la Fundación Turquois, dedicada a profesionalizar a jóvenes en áreas como servicio, cocina y pastelería, decidió incluir a pcd visual en su curso de servicio a comensales “Servir Bien”.

Por aquellos años, la organización Ojos que Sienten encontré en las cenas a ciegas una forma de difundir su trabajo de fotografía sensorial. Al finalizar las cenas se encienden las luces y los invitados pueden apreciar una exposición de fotografías hechas por personas ciegas, mismas que son los meseros durante la cena.

Mi experiencia como mesero

En ese entonces yo trabajaba como instructor de computación en una institución especializada en discapacidad visual y varios de mis alumnos que habían tomado el curso de “Servir Bien” ya estaban incursionando en este tipo de eventos.

Cierto día una de mis alumnas me llamó con sentido de urgencia, esa noche tenía una cena y un mesero había cancelado su asistencia. Me pidió por favor que le ayudara y cubriera ese lugar. Al principio me negué porque yo no había tomado el curso de servicio a comensales y nunca había hecho de mesero, ni siquiera en los tiempos que tenía suficiente resto visual como para hacerlo de manera convencional.

Después de un rato de convencimiento, en el que me decía que no era nada del otro mundo, que era sencillo, que ella me iba a ayudar, etcétera, me dijo lo que podía ganar entre sueldo y propinas; ahí me decidí. Iba con todos los nervios del mundo, solo pensaba en las cosas que podían salir mal, las cosas que podía tirar o romper, lo que podía pasar si tropezaba al caminar entre las mesas, en fin.

Una vez en el restaurante me explicaron la logística: cada mesero tendría dos o tres mesas asignadas. Para cada comensal habría servidas tres copas, el personal de recepción nos avisaría cuando los comensales de cada mesa estuvieran listos. Al entrar no veían nada, así que nosotros debíamos presentarnos, conducirlos a su mesa, explicarles la disposición de los cubiertos y las copas, y finalmente llevar y traer los alimentos.

Como novato solo se me asignaron dos mesas, las más pequeñas y cercanas al área de cocina. Me dieron una explicación breve de lo que eran los vivos y los muertos, cómo funcionaba el cuchareo, el lado por el que teníamos que caminar entre los pasillos y los sonidos que teníamos que hacer para no chocar entre nosotros los meseros.

Me concentré en recordar todo lo necesario y cuando escuché el número de mi mesa dejé los nervios y pasé a la acción, le indiqué a cada persona en donde estaba su silla y cuando iba a explicar la disposición de las cosas en la mesa escuché el sonido de las copas cayendo. La señorita sentada a mi lado preguntó: ¿Qué hiciste?.

La chica en cuestión se había sentado y se puso a rastrear con las manos para saber que había, desconozco el motivo, pero al tirar las copas decidió responsabilizarme a mí. No sabía que hacer, casi por inercia levanté las copas y las servilletas de tela mojadas, fui a la cocina y pedí varias servilletas secas, las acomodé para que cubrieran el mantel mojado y enseguida llevó nuevas copas llenas y el primer alimento.

A partir de ese momento todo fue viento en popa, llevaba los platos llenos (vivos) y los colocaba por la derecha, recogía por la izquierda los platos vacíos (muertos) y los entregaba a la cocina, llevaba y traía varias copas de vino a la vez, muy bien sincronizado con mis compañeros con quiénes nunca choqué.

Estuve atento cada vez que me llamaban y por momentos platicaba con los comensales que no sabían que los meseros y meseras éramos pcd visual. Se preguntaban cómo es que podíamos desplazarnos con tanta fluidez a oscuras. Alguno de ellos me preguntó si acaso estábamos usando gafas de visión nocturna a lo que solo respondí con una sonrisa.

Al término de la cena se encendieron las luces y nos presentamos, los invitados estaban sorprendidos de que fuéramos personas ciegas quiénes les atendimos toda la noche. Nos agradecieron, conversaron un poco con nosotros y dejaron muy buenas propinas.

Posteriormente participé en otras cuatro o cinco cenas más, ya sin nervios y con la confianza de que todo saldría bien. Estos eventos son toda una experiencia de sensibilización, en un principio los comensales se sienten vulnerables al no contar con el sentido de la vista, se desesperan al no poder trinchar o cortar la comida con los cubiertos, pero conforme ganan confianza se dejan llevar, algunos comen con los dedos, ponen más atención al olor y sabor de sus alimentos y disfrutan de su velada.

Para las personas con discapacidad ejercer como meseros o meseras ha sido una oportunidad de integrarse al campo laboral y de demostrar sus habilidades y competencias en un entorno profesional, desafiando estigmas y prejuicios.

Celso Soto es consultor y tester de accesibilidad digital, instructor de pcd visual en uso de TICs y editor de accesibilidad de Yo También. Es el mayor de cuatro hermanos, pareja de Lupita y papa de la pequeña Emma. Vive con retinosis pigmentaria, una condición que provoca discapacidad visual. Puedes encontrarlo en X y LinkedIn.

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