Despertar internada en un psiquiátrico es la muerte en vida
El libro S-3 Una memoria describe la estancia en un centro psiquiátrico sin romanticismo, sin esperanza y con la asfixiante convicción de que hay una brecha enorme entre la locura y la libertad.
30 de noviembre de 2022
Redacción Yo También
Una mañana de 1968, Bette Howland despertó aturdida, sin saber todavía que estaba internada en un hospital psiquiátrico de Chicago. Tres días antes, la escritora nacida en 1937 había intentado suicidarse al ingerir un frasco de pastillas para dormir.
“Al igual que muchas mujeres a lo largo de la Historia, Howland -que tenía entonces 31 años y era una madre soltera de clase trabajadora- se sintió agobiada por la crianza de dos niños, un trabajo a media jornada con el que no llegaba a fin de mes, una ciudad que describe como cruel y la imposibilidad de dedicarse a lo que de verdad quería hacer: escribir”, relató Infobae.
Cuando por fin se dio cuenta del sitio al que había llegado, Howland pensó que tenía que decir que ese no era el lugar adecuado para ella.
“Debía explicar inmediatamente que yo no pertenecía a ese lugar. Pero no es necesario ni decirlo, nadie pertenecía a ese lugar”, dijo Howland en el libro que publicó en 1974 a propósito de su experiencia como paciente de un hospital psiquiátrico, en el que permaneció casi un año.
“S-3 Una memoria”, es el nombre del texto que ha sido traducido al español por primera vez por la editorial Eterna Cadencia.
“En una versión traducida por Inés Garland, la obra bucea en los límites de la locura, con la intención de mostrar que son mucho más difusos de lo que pensamos”, detalló el sitio.
Médicos y enfermeras que no escuchaban a nadie, Iris -una chica de 27 años que se describe a sí misma como maniaco-depresiva- o Guz -que luego de cortarse las muñecas caminaba por la sala con los calcetines ensangrentados- forman parte del relato.
“Howland no mira a la enfermedad mental desde el romanticismo, desde el yo, lo que hace es ponerse en el lugar de una cámara fija y mostrar la vida de las personas que la acompañan en la sala psiquiátrica, que parecen irse fundiendo hasta ser uno solo, uno que podría ser cualquiera. Howland percibe la enfermedad mental como una experiencia común y construye una narración que, sin llegar a ser distante, no es para nada íntima”, continuó el medio.
Más que conocer la voz de la escritora, el relato da la impresión de ser una grabación de la sala, por la que deambulan los pacientes que, como Howland, querían “terminar con todo”.
Cuando despierta, una voz imaginaria le susurra a Howland que ha vuelto a nacer; luego, está el latido de un corazón como único sonido.
“No es el suyo, es el de la paciente que yace en la cama de al lado enchufada a una máquina. ‘He conseguido lo que buscaba’, escribe, ‘que es estar donde quiero estar. No en el hospital en sí mismo, sino libre; libre de mi personalidad, de mi historia personal (…) Odio hablar sobre mí misma, estoy harta de mi vida’”,
narró el medio.
Fallecida en 2017, la escritora recibió las becas Guggenheim en 1978 y MacArthur en 1984, escribió “Blue in Chicago” y “Things to Come and Go” y se desempeñó también como crítica literaria.
“¿Cómo es ser Bette Howland? Le preguntaron una vez a la autora. Su respuesta fue ‘Bette Howland murió hace mucho’”, cierra el texto, como un testimonio del impacto que tuvo aquella estancia.
Por Redacción Yo También