La insoportable e invisible violencia hacia las mujeres con discapacidad
Se sabe de las diversas clases de violencia que enfrentan, pero en México no hay cifras ni datos precisos que permitan documentarlo.
19 de noviembre de 2021
Redacción Yo También
Por Katia D’Artigues
Se acerca el 25 de noviembre, Día Internacional por la eliminación de la violencia hacia las mujeres y el informe que por estos días presenta GIRE (Grupo de Información en Reproducción Elegida) lo tienen que leer y enojarse con nosotras.
¿Sabían ustedes que en pleno 2021 hay una NOM llamada 005 en planificación familiar que “indica” (es decir sugiere) que si una mujer tiene “retraso mental” (sic) se le debe practicar ligadura de trompas? ¿Qué en la última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), de 2016, del INEGI, aunque había preguntas sobre violencia obstétrica en embarazo, parto y puerperio quedaba a discreción del entrevistador suspender la entrevista si estaba frente a una mujer con discapacidad?
Ya ven (esto es un tono de ironía): las mujeres con discapacidad no son madres, no tienen sexo, no se embarazan. Son seres asexuados. ¿No les parece tiempo de que estos estereotipos los mandemos a la basura?
Aunque sabemos, ¡y no desde ayer! que las mujeres y niñas con discapacidad sufren (aquí sí el verbo sufrir aplica) hasta 10 veces más violencia de género pues, ¿qué creen? En nuestro país no lo preguntamos. No hay datos desagregados de violencia hacia mujeres y niñas con discapacidad en el país. Repito: no- hay- datos.
¿Sabemos cuántas mujeres con discapacidad abortan? Tampoco. Sí sabemos que son más frecuentemente violadas, sí. Pero, ¿cuántas de ellas pueden abortar? Es un hoyo negro.
Bueno pues de eso hablé esta semana con Verónica Esparza, abogada investigadora de GIRE a propósito de un estudio que recién publicaron “El camino hacia la justicia reproductiva: una década de avances y pendientes” que puedes leer completo aquí y la entrevista acá. E iba, al escucharla, de indignación en indignación.
Recordé una vez más una frase que primero le escuché a Maryangel García Ramos Guadiana, fundadora de Mujeres Mexicanas con Discapacidad, una gran activista: “Las mujeres con discapacidad somos las hermanas olvidadas de las mismas mujeres”. Y creo que tiene toda la razón.
Recordé también las muchas veces que amigas feministas olvidan nombrar a las más de 10 millones de mujeres con discapacidades en sus discursos, en contemplar sus necesidades. O cuando instituciones dedicadas al tema, como hasta Inmujeres aceptan que pues no están en sus prioridades, como lo hizo Nadine Gasman. Recuerdo esta nota que escribió Bárbara Anderson.
O de cómo la verdad, las mujeres con discapacidad, que -de nuevo- viven más violencia sí están solas porque no se han creado opciones accesibles para que puedan huir de sus agresores y que desde bueno, ya más de un año nos dicen que están viendo “alternativas”. De nuevo, otra nota que lo consigna: “Mujer que vives violencia y tienes discapacidad: sí, estás sola”.
O cómo en el Senado está en la ‘congeladora’ desde febrero una reforma más a la Ley de Acceso a una vida libre de violencia contra las mujeres en donde diversas organizaciones pedimos algo de justicia mínima: si es que van a reformar los Centros de justicia para las mujeres y los refugios… pues deben ser accesibles y tomar en cuenta a las mujeres con discapacidades.
La presidenta de la Comisión de Equidad de Género, Malú Micher, nos dijo, como en el Son de la negra, que sí, pero no cuándo… y esa reforma no ha pasado. Al parecer porque tiene “impacto presupuestal” (es decir, implica recursos e inversión) y en este país todo se recorta mientras más y más mujeres -entre ellas muchas más con discapacidad- viven violencia. Aquí recuerdo su promesa.