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Fotografía del rostro de Edgar viendo directamente a la cámara mientras sonríe, detrás de él hay un cartel con el logotipo del INEGI impreso en color gris.Fotografía del rostro de Edgar viendo directamente a la cámara mientras sonríe, detrás de él hay un cartel con el logotipo del INEGI impreso en color gris.

‘Muchas personas no consideran alguna problemática que enfrentan como discapacidad’

Edgar Vielma, director general de Estadísticas Sociodemográficas del INEGI, explica la importancia de las palabras al levantar el CENSO, y urge a unificar recursos en la CURP en aras de la transparencia.

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27 de enero de 2021

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Conversa

Por Katia D’Artigues 

¡Al fin! Tenemos los primeros resultados del Censo 2020. Veintiún millones de personas -el 11.1% de la población de México- tienen algún reto para moverse, ver, hablar, comunicarse, recordar o concentrarse o hacer cosas de la vida cotidiana, como bañarse, vestirse o comer. 

Aunque no necesariamente es sinónimo de tener una discapacidad, sí se acerca a la cifra mundial calculada por la Organización de las Naciones Unidas con respecto a la incidencia de las personas con discapacidad en el mundo, la más grande minoría, con 15%.

Para explicar lo que significa y también todo el camino que falta por andar, Yo También platicó con Edgar Vielma Orozco, el director general de Estadísticas Sociodemográficas del Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI).

Un censo da información cada 10 años en México, y lo que tenemos que hacer es transitar hacia una serie de registros administrativos, todos ligados con la Clave Única de Registro de Población (CURP) para tomar más y mejores decisiones para garantizar derechos de decenas de millones de personas… y las razones por las que cree que aún no se hacen y que huelen a falta de transparencia e, incluso, violación de derechos humanos.

¿Cómo están las cifras de personas con discapacidad en este tan esperado Censo 2020?

Estamos contentos porque existe la fuente de información en un año crítico para nuestro país y el mundo. Un gusto porque fue parte de una mejora que hicimos en cómo se abordó la parte temática particularmente de discapacidad. Se planteó en el cuestionario básico la parte del grado de limitación (para hacer cosas de la vida cotidiana, aquí estan las preguntas que se hicieron para recordarlo).

Es un censo que (se aplica) en 12 minutos; no estamos hablando de la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica donde nos ponemos a platicar con la personas hasta una hora en promedio. 

Pero lo primero es ganar el hallazgo de que son casi 21 millones de personas que se identificaron con alguna condición, problema de la limitación o discapacidad. No es exclusivo de discapacidad: es la combinación de 16.5% que así lo declaró (con algún reto para hacer cosas de la vida cotidiana) y con discapacidad como tal se identificó en el censo a 6.18 millones de personas. En la Encuesta de Dinámica Demográfica, el instrumento por excelencia en esta temática inclusiva, se alcanzó a identificar casi 7.9 millones. 

Otro elemento fundamental es que identificamos a la población con algún problema o condición mental. Esta cifra se ubicó en 1.59 millones, el 1.3% y la población con alguna limitación cercano a 14 millones, el 11.1%

Nos da mucho gusto haber incorporado este último rubro que nos permita hacer que ciertos proyectos estadísticos como el Censo y otras encuestas empiecen a converger.

En (retos para) caminar representaría el 47.6%; en ver aún usando lentes, representaría la segunda causa con un casi 44%, oír con un casi 22%, 18%, casi 19 para bañarse, vestirse, comer; recordar o concentrarse con un 18.6%; hablar o comunicarse con un 15.3%.

Como verás, este es un pequeño iceberg de todo el mar de información. Mucha población va a poder hacer uso de ella: combinarla, hacer cruces, por ejemplo, con características educativas, de la vivienda…

El 16 de marzo publicamos el cuestionario de entorno urbano o rural donde se arrojó una pregunta de rampas en el entorno urbano, que se me hace otro elemento fundamental para todo este análisis demográfico y social en general. 

Entonces 21 millones de personas se identificaron con alguna condición de limitación, por la forma en que fueron hechas las preguntas. Habrá personas que, como ya lo hemos hablado antes, no se identifican con “discapacidad” porque todavía tienen una carga social muy pesada, pero sí con limitación.

Es correcto. El espectro de análisis es así de amplio. Yo mismo lo viví, estuve en campo en zonas rurales o urbanas, de diferentes estratos. Ciertamente, lo que sucede es que las personas no llegan a considerar alguna problemática que están enfrentando como discapacidad. Ya sabemos que puede haber alguien con severos problemas visuales, pero que como ‘medio ve’, te diga que sí ve bien y no te lo declare.

Las encuestas y censos son aproximaciones. En tanto no tengamos un certificado en nuestro país donde se involucren las recomendaciones de Naciones Unidas que tiene que ser multidimensional, es decir médico, psicológico y social, no podemos decir que una persona tiene discapacidad.

Nuestros entrevistadores no tienen expertise médico. Lo que desarrolla Naciones Unidas es una metodología para, a través de una entrevista en la que confiamos en que la persona entiende el concepto, pueda manifestar su situación. 

En otros países, incluso, hay cifras mucho más altas.

Pero, ¿tú por qué crees que esto sucede? ¡Porque en la mayoría de esas estadísticas del mundo no provienen de un censo ni de una encuesta! Provienen de un registro administrativo donde, bajo esa metodología internacional te dice qué debe de integrarse a un certificado, con el aval de un especialista de la salud, social y psicosocial. 

Mientras que en nuestro país no tengamos esto (registros administrativos) que es algo en lo que he insistido hasta secárseme la boca, no vamos a llegar a ningún lado de verdad.

Qué bueno que tocas el tema internacional: nosotros sólo sabemos esta cifra cada 10 años, otros países la saben cada mes, cada año, cada dos años. Porque trabajan con un registro administrativo donde, además, esa persona es identificada muchas veces desde su nacimiento o si se adquiere en la juventud y se acentúa en la adultez. 

Tenemos nacionales donde la discapacidad no es un asunto transversal de cada 10 años, sino longitudinal: desde el momento en que nazco, me identifican, y por cierto, pueden medir la evolución inclusive de mi integración social. ¿Por qué? Saben si puedo ir a la escuela, si la pude terminar e ir al trabajo, etcétera. 

Aquí no. Llegó el año 2020 y quién sabe qué va a pasar entre 2020 y 2030 cuando volvamos a medir.

En cualquier país que se jacta de tener una buena estadística este tema en particular lo abordan con el registro administrativo, por eso es obvio que en un censo o en una encuesta traemos un subregistro.

Me congratula que en el Comité Técnico de Salud donde están todas las unidades del Sector Salud, algo que promoví el año pasado es que reporten cómo va el avance en la integración de ese certificado. En tanto no me entreguen un certificado de identificación de discapacidad, el tema no se va a dejar de abordar en esos comités: por lo pronto sí meter en la conciencia de los expertos esta temática. 

Me he peleado institucionalmente desde hace más de 10 años porque evolucionemos al tema de registro administrativo, ya ahorita logré convencer a la primera institución del país que entregue esos registros administrativos: el IMSS, con 20 millones de registros, no con la  profundidad que yo quisiera, honestamente, también no voy a vender el camello que no es… Pero te puedo hablar de otras instituciones como el sector educativo: llevo 5 años peleándome, porque entregue esa información educativa, porque así lo marca la Ley del Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica. ¿Cuál crees que ha sido la respuesta? No. Después. Más adelante, más adelante. El tema de, por ejemplo, el padrón de salud ya lo teníamos, pero en el cambio de administración se perdió. Es fecha que no me lo han recuperado para entregar.

¿Por qué nos resistimos, como país?

Pues mira… desde la transparencia, la rendición de cuentas. No concibo que, en un país que otorga recursos, no haya un padrón claro y específico de quién recibe esos recursos. Así de sencillo. Tú estás en este negocio desde hace mucho tiempo y sabes la respuesta del porqué, desafortunadamente, no se dan estas situaciones. 

Además esas fases se pueden fusionar porque hay una unicidad de la persona. En nuestro país con dificultad la base de datos tiene la Clave Única de Registro de Población (CURP). Mientras que, también, en nuestro país no tengamos una clave única de identificación en todas las bases de datos va a ser un lío.

Resulta que el IMSS en su momento no tenía la CURP, sino el número de Seguridad Social; te ibas a otra institución y no tenían ese número sino otro que se inventaban. Así, aunque todos tuviesen registros administrativos tampoco me serviría porque no es posible fusionarlos.

Por eso otra de las grandes campañas que hemos estado haciendo en combinación con la RENAPO (Registro Nacional de Población) es que debe haber un número único de identificación que en este país se llama CURP. 

Así se integrarán todos cuando yo quiera ver una persona con discapacidad, si va a la escuela o no pues solo lo fusiono con el de la SEP y me doy cuenta: hay tantos niños y niñas que no están yendo a la escuela. Entonces digo: ¿por qué no van, qué hago para que sí vayan?

Tu servidor no te imaginas cómo ha peleado y ganado enemistades por estar promoviendo esto, pero bueno… no está uno aquí para hacer amigos, sino para ofrecer lo que la sociedad necesita.

Entonces, ¿estarías de acuerdo con el Registro Nacional de personas con discapacidad que plantea, desde 2018, la Ley General para la Inclusión de las personas con discapacidad?

Estoy de acuerdo. Que ya se haga. Pero no se puede hacer si no se tiene empezado un certificado. Uno de los grandes retos es que el sector Salud y Bienestar o Desarrollo Social tienen que avanzar en esto no en separado ni en discordia, cada quien por su lado, si no no vamos a llegar a ningún lugar.

Después de desarrollado este certificado se tiene que garantizar que lo llenen bien: que haya un médico que verdaderamente siente a un niño o un adulto mayor y empiece el proceso de certificación de si esa persona tiene o no una discapacidad. Hay que entrenar a todos los médicos y no un año porque médicos mueren y se incorporan, sino todos los años.

Después de que se llene (el certificado), cómo se transforma en un registro ya no administrativo, sino estadístico y que esté comunicado con la ‘bisagra’ de la población: el CURP o lo que se invente con datos biométricos.

La secretaría de Desarrollo Social dice: ‘Pues es que yo no le voy a dejar de dar un beneficio (como la pensión para el Bienestar) a una persona por no tener su CURP’. Pero entonces significa que en ese momento detectaste a una persona que tenía dos necesidades fundamentales y por derecho constitucional. La primera es el derecho a la identidad y tú lo omitiste; si tú me dices que no te importa la CURP pues estás en un serio problema como funcionario.

El registro no es más que la rendición de cuentas de cómo están operando las instituciones. Deberíamos sin duda avanzar en esa temática: que las instituciones rindan cuentas de qué hacen y cómo lo hacen; a quién le dan y a quién no le dan. Y eso en el acompañamiento de una institución como el INEGI para obedecer la ley del tema.

Perdón si me extiendo tanto, pero me está funcionando como una visita a la psicóloga para desahogar todo el esfuerzo que se ha venido haciendo y que no ha sido poca cosa pero es muy, muy complicado.


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