Valentina: La joven con síndrome de Down que marca el camino para la verdadera inclusión
Valentina nació con síndrome de Down y se enfrentó a la discriminación desde pequeña, pero el deporte le dio la seguridad y la disciplina necesaria para autovalidarse y ganar poco a poco independencia. Ahora sueña con enseñarle a niños y adultos, pero sobre todo, irse a vivir sola.
16 de abril de 2024
Redacción Yo También
Valentina Biskupovic es una joven de 22 años con síndrome de Down. Es una estrella de rugby en Chile, una de las únicas mujeres con esa condición en practicar el deporte en su país, y ahora es reconocida por su liderazgo entre las personas con discapacidad.
La joven recibió el premio BacanaMente: Mujeres en Discapacidad Cognitiva que nos Transforman, el cual tiene como objetivo visibilizar el impacto positivo que estas mujeres tienen en su comunidad. Y Valentina lo tenía bien merecido.
“Me gusta jugar rugby porque tengo amigos y porque siempre ganamos”, dice la joven en una entrevista a BBC Mundo. Junto a su equipo, el club Tarucas, se ha consagrado como una "deportista de excelencia y una mujer que rompe estereotipos de género". Su desempeño en la cancha la llevó a ser una de las seleccionadas para asistir al mundial Mixed Ability Sports (IMAS) de rugby en Irlanda en 2022.
Valentina tiene una condición de lenguaje, por lo que a veces le cuesta trabajo hablar, pero eso no impide que motive a sus compañeros de equipo a avanzar y lograr sus objetivos, pero desarrollar esta confianza no fue sencillo y para ello tuvo que dar muchos pasos.
Mariella, su madre, nunca supo que su hija nacería con síndrome de Down. “El impacto fue fuerte, me costó muchos años afrontarlo porque tenía miedo, pero era por desconocimiento e ignorancia”, reconoce ella misma.
Desde el principio la llevaron a terapias. Una fonoaudióloga, una kinesióloga y una psicopedagoga comenzaron a tratar a Victoria, pero su madre veía que la pequeña no era feliz, que llevaba “una vida muy monótona y llena de especialistas, absolutamente aburrida”.
Además, desde muy temprano se enfrentó a la discriminación y la segregación incluso por parte de las escuelas. “La sociedad en general le tiene miedo a incorporar a personas con síndrome de Down porque los descolocan, pero es sólo ignorancia porque después te das cuenta que ellos hacen lo mismo que otros niños, sólo que un poco más lento”.
Al buscar una nueva escuela donde sí estuvieran listos para recibirla, dieron con una basada en el método Montessori, donde se promueve el aprendizaje individual de cada alumno. Ahí Valentina empezó a despuntar y sentirse más segura, pero sobre todo, descubrió su amor por el futbol en los recreos.
“Mis compañeros decían que no jugaba bien fútbol… pero como soy una luchadora, tuve que aprender”, recuerda Valentina.
Al ver esto, sus padres decidieron inscribirla a Andes Mágico, una fundación chilena donde desde 1999 se imparten programas de entrenamiento para personas con discapacidad. Ahí, Valentina comenzó a desarrollar habilidades físicas y descubrir su talento para el deporte.
Cuando tenía 14 años, viajó a Los Andes, al centro de esquí Portillo, para una competencia junto al equipo que consistía de nueve hombres y ella. Ese viaje la cambió para bien. “Estuvo una semana sola y aprendió a esquiar. Esto la hizo empoderarse, sentirse mucho más segura de sí misma”, rememora su mamá.
Desde ese momento, su confianza ayudó a que entrenadores notaran sus capacidades deportivas y la integraran a equipos como el de futbol o el de rugby, donde compiten pocas mujeres. A los 18 años entró oficialmente al club Tarucas donde actualmente juega.
“Yo soy muy rápida y tengo suerte”, dice Valentina sobre sus habilidades en el campo. “Además, tengo más fuerza que ellos”, agrega.
Ahora, con la seguridad de saberse buena en su equipo y tras descubrir que en otros lugares del mundo hay más mujeres en las mismas disciplinas que ella, espera que en su país estos deportes se popularicen entre las deportistas. “Les diría: vengan, vamos a ganar con fuerza y corriendo muy rápido. También les diría que lo paso muy bien haciendo deporte”.
“Yo les diría: vengan, vamos a ganar, con fuerza y corriendo muy rápido. También les diría que lo paso muy bien haciendo deporte y que así nos mantenemos más delgadas”, afirma sonriendo.
Rodrigo, su padre, también ha sido testigo de este crecimiento. La ve como una joven empoderada que “no le tiene miedo a nada”.
“Es verdad, nunca le he tenido miedo a nada. Yo soy una luchadora y no me rendiré”, reafirma Valentina.
Valentina es fanática de Barry White y Luis Miguel; le gusta bailar, cantar en el karaoke, ir con sus amigos al cine o a fiestas, y estar con Pedro, su novio, un joven que también vive con síndrome de Down y a quien conoció en la escuela.
“Nuestros hijos con discapacidad viven muy solos ya que es difícil para ellos hacer amigos por la desconfianza de los padres. Valentina ahora se siente parte de un grupo, le ha dado sentido de pertenencia”, indica su mamá, una razón por la que agradece que el deporte haya llegado a la vida de su hija.
Valentina está a un año de graduarse de la Universidad Andrés Bello, donde obtendrá un diploma en habilidades laborales. Quiere enseñarle deportes a niños y adultos, pero su verdadera gran meta es vivir sola, algo que llena de miedo a su familia, pero que pese a eso no la frenan y continúan ayudándola a lograrlo.
“No estoy exenta de miedos”, acepta su madre. Mientras tanto, le enseña a cocinar y a hacer distintas tareas del hogar, para que pueda valerse por sí misma cuando decida empezar su vida independiente.
“Cuando la soltamos para hacer deporte le hizo tan bien… el beneficio de darles libertad, de que ellos realmente hagan su vida, es muy alto”, menciona Mariella. “Por eso a todos los padres de niños con síndrome de Down les diría: atrévanse a liberarlos, no les va a pasar nada. Hay que prepararlos al igual que a los otros niños, no los podemos tener encerrados toda la vida”.
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