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Joven utilizando tecnología de asistenciaJoven utilizando tecnología de asistencia

La tecnología de asistencia es clave para las pcd y no hay duda de ello

Aunque la tecnología de asistencia cambia la vida de las personas, hay 2 mil 500 millones de personas que la requieren y no cuentan con ella, dicen la OMS y Unicef.

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19 de mayo de 2023

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Itzel Ramírez

En el mundo hay al menos 2 mil 500 millones de personas que requieren de alguna tecnología de asistencia para poder comunicarse, moverse, estudiar, trabajar, cuidar su salud y otras tantas funciones; sin embargo, la mayoría de esa población no tiene acceso a este tipo de ayudas, lo que tiene un impacto directo en el ejercicio de sus derechos.

El término “tecnología de asistencia” se refiere a productos, sistemas y sus servicios relacionados destinados a la mejora de funciones como comunicación, audición, movilidad, autocuidado y visión y que abarcan desde un bastón, una rampa de acceso, un par de lentes, prótesis de todo tipo hasta apps y softwares diseñados para mejorar el desempeño de funciones como la movilidad o la visión.

“Más que nunca, el acceso a las tecnologías de asistencia merece gran atención, pues ello puede significar la diferencia entre tener o no educación, empleo o la oportunidad de mantener independencia y de envejecer con dignidad”, explicó Catherine M. Russell, directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en el documento Reporte Global sobre Tecnología de Asistencia, publicado el año pasado por el organismo, junto a la Organización Mundial de la Salud.

De hecho, indicó Russell, se trata de una precondición para el ejercicio efectivo de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, “puesto más simplemente, la tecnología de asistencia cambia la vida”.

A pesar de su importancia, quienes necesitan este tipo de servicios generalmente no tienen acceso a ellos por razones que van desde el alto costo de dispositivos hasta su falta de adaptabilidad o la falta de innovación tecnológica.

Cuando se trata de niñas y niños con discapacidad, por ejemplo, el acceso a la tecnología de asistencia frecuentemente es el primer paso para el desarrollo infantil, para la educación, la participación en deportes y vida cívica así como la formación laboral.

“Niñas y niños con discapacidad tienen retos adicionales debido a su crecimiento, que requiere ajustes o reemplazos mucho más frecuentes de sus productos de asistencia”,

indicó el reporte.

El reporte, realizado como parte de los compromisos adquiridos en la firma de la resolución sobre el acceso a la tecnología de asistencia en la 71ª Asamblea Mundial de la Salud, estudió cómo las legislaciones y autoridades de los países, así como prácticas empresariales permiten o dificultan que las personas con discapacidad (pcd), adultas mayores y otras puedan adquirir y usar estos servicios.

Las respuestas dadas por los Estados miembro revelaron una inequidad considerable para sus respectivas poblaciones, pues en una encuesta entre 29 países mostró que el acceso estimado va del 3 al 90 por ciento.

Otra encuesta respondida por 70 Estados reveló que casi todos ellos tiene al menos una legislación sobre el acceso a las tecnologías de asistencia y al menos un ministerio u otra autoridad responsable de ello y también que muchos países tienen un presupuesto público para financiar total o parcialmente los costos de esa tecnología.

Regulaciones específicas, estándares y guías también son comunes a muchos estados.

Sin embargo, ello no se ha traducido en que, en efecto, las personas que requieren de esta tecnología puedan acceder a ella.

Mejoras en asequibilidad, disponibilidad y apoyo necesario forman parte de los pendientes más urgentes que deben ser resueltos para garantizar el acceso equitativo entre la población con discapacidad, especialmente.

Estimaciones al 2050

Los países, por ejemplo, requieren invertir en formación de profesionales, investigación y políticas basadas en evidencias, innovación, promoción de la participación de usuarios y sus familias, aumento de la conciencia pública y combate de estigmas, así como incluir el acceso a esas tecnologías en tiempos de urgencia humanitaria y aumentar la cooperación internacional.

Mientras que del lado del mercado se requiere fortalecer los diseños universales, servicios de soporte y ajustes para que las tecnologías sean funcionales.

Para 2050, estimó la Organización Mundial de la Salud, serán 3.5 mil millones de personas las que requieran algún tipo de tecnología de asistencia, sean sillas de ruedas, aparatos auditivos, prótesis, órtesis, aparatos para caminar, apps para comunicación, manejo de tiempo, monitoreo o adaptaciones físicas del ambiente, como rampas o pasamanos

Dado el crecimiento, para los organismos humanitarios es urgente que los Estados pongan cuanto antes sus capacidades para fortalecer sus políticas públicas con el objetivo de aumentar el acceso -y la calidad- de la tecnología de asistencia.

La falta de fondos para la investigación, las dificultades del acceso geográfico limitado y barreras sociodemográficas como, edad, género, tipo de dificultad funcional y estatus socioeconómico, deben ser atendidas, detalló el reporte en sus recomendaciones.

También están los pendientes relacionados con el mercado, como que los proveedores no conocen la demanda -lo que dificulta el diseño de productos funcionales-, que hay tecnologías de baja calidad (que pueden incluso dañar a los usuarios) o que los servicios de mantenimiento son prácticamente inexistentes.

Están igualmente las carencias considerables en los servicios de provisión y fuerza de trabajo entrenada para la tecnología de asistencia, un reto igualmente para los servicios públicos de salud de los países.

De acuerdo con el texto, la inclusión de tecnología de asistencia debe ser parte de una política prioritaria y transversal en los sistemas sanitarios, en la educación y en los sistemas de desarrollo y bienestar social de los Estados.

Su impacto, insiste el documento, va más allá de mejorar la salud, la participación, la inclusión y el bienestar de los individuos, pues las familias y la sociedad e incluso la economía también ganan.

Por Itzel Ramírez

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