Sammy Pérez: la diferencia entre reírse con y reírse de alguien con discapacidad
En el 2009, Pérez inició todo un debate inacabado y pendiente sobre cuándo sí se vale hacer humor sobre discapacidad.
30 de julio de 2021
Redacción Yo También
Por Katia D’Artigues
Hoy nos enteramos que murió Sammy Pérez, un actor con discapacidad intelectual que participó en varios programas de comedia e incluso alguna película con Eugenio Derbez (“No se aceptan devoluciones”, donde, curiosamente habla sobre alguien que murió). Víctima de COVID-19, hace dos semanas fue hospitalizado de emergencia y el 30 de julio por la madrugada tuvo un infarto cardiovascular.
En su cuenta de Twitter, se lee:
“En la madrugada de hoy a las 3:50 am, Sammy Pérez acaba de sufrir un infarto cardiovascular, su corazoncito ha dejado de latir, intentaron hacerle maniobras, pero no pudieron. Descansa en paz, Sammy Pérez. Nos dejas con un vacío muy grande en el corazón”.
Sammy, el actor que abrió todo un debate… inacabado
No conocí personalmente jamás a Sammy Pérez, pero una broma que le hicieron en un programa de Televisa en 2009, “Hazme reír y serás millonario”, sí marcó para mí un antes y un después en la reflexión de cómo se retrataba y retrata hoy a personas con discapacidad en los medios de comunicación.
Entonces Sammy participó en ese programa donde fue víctima (creo que la palabra es precisa) de una broma cruel de parte de dos actrices famosas: Galilea Montijo y Roxana Chávez, aprovechándose de su discapacidad intelectual.
Entonces yo tenía un blog en el diario El Universal sobre discapacidad e inclusión (que desgraciadamente el periódico borró) y denuncié esta broma con argumentos. Aquí una nota que lo recuerda.
Este hecho, que luego se volvió una queja contra Televisa por la entonces Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal logró un debate interesante para ese momento, 2009, e incluso que se hicieran unas jornadas de sensibilización sobre discapacidad y derechos humanos a todo el staff de dicho programa y que Televisa ofreciera una disculpa pública.
Entonces el propio Sammy y su familia se quejaron de la queja (valga la redundancia):
¿si ellos mismos, si Sammy mismo no se quejaba y lo consideraba un ‘trabajo’, quiénes éramos nosotros, activistas de la sociedad civil, para llamar discriminación algo que ellos no sentían?
Fue, les digo un debate interesante. Lo sigue siendo, aunque creo que sí hemos avanzado mucho en el tema ahora que lo veo a 12 años de distancia. La diferencia entonces es que se valía hacer bromas aprovechándose de personas con discapacidad; lo que estamos viendo ahora cada día más es que personas con discapacidad reivindican su derecho a reírse de todo… hasta de ellos mismos.
Reírse ‘con’… y no ‘de’, la clave; de la situación y no de la condición
Creo que esa es una de las grandes diferencias. No es lo mismo reírte con una persona que cuenta algo gracioso de su vida, que él o ella considera gracioso y compartirlo (una experiencia netamente humana) que hacer burla de. De aquí el éxito que tienen standuperos -o familiares de- con discapacidad.
Durante muchos años se hizo burla de personas con discapacidad, como si su condición de vida fuera algo risible. Hubo entonces, en 2009, quien argumentó -en airados debates vía Twitter, cuando se podía discutir aún por Twitter, que el humor estaba basado en estereotipos. Que así había sido desde Grecia y quiénes éramos nosotros para cuestionarlo. En serio.
“Es cierto; siempre había sido así. Siempre el humor se había basado en las condiciones o características identidad de las personas: en ser mujer, en su apariencia física, en el tono de su piel, en la discapacidad, su sexualidad, en su tamaño o peso, etc.
“Pero hay un proceso iniciado ya hace varios años, donde se ha ido estableciendo un límite a esto en razón de que no sólo es humor, es burla, y esta va unida al desprecio, al prejuicio, y a la discriminación. Y todo deriva en una afectación directa la vida de las personas”, reflexiona a botepronto Ricardo Bucio, ahora presidente ejecutivo del CEMEFI, ex presidente de Conapred y quien interpuso la queja en la CDHDF en su momento con Sammy e impartió la sensibilización y capacitación a actores, actrices y staff de Televisa.
Con el caso de Sammy y ese sketch en “Hazme Reír y serás millonario” se abrió el debate en México sobre el tema. Un debate que sigue inacabado pero que ha puesto, dice Bucio, “ciertos parámetros, aún frágiles y tenues, estableciendo nuevas formas del humor”.
Hay países, recuerda Bucio, como Inglaterra y luego España, donde se ha prohibido hacer humor con base a condiciones o características de las personas, pero no con base a situaciones, miradas de la vida o realidades inventadas.
“Esperamos que su caso por el mundo del espectáculo, haber podido tener un empleo teniendo discapacidad, abra la posibilidad de que muchas otras personas también lo vivan, como en tantos espacios hay cada vez más inclusión de personas con discapacidad en espacios laborales antes cerrados: y así iglesias, el mundo de la moda, espacios laborales, las universidades, etc. que marque una tendencia que no debe tener marcha atrás”.
Y entonces, ¿cómo sí?
Como dice el libro ”Mirando a la discapacidad con humor”, del Servicio de información sobre discapacidad de la Universidad de Salamanca que pueden ver aquí, “La sociedad sigue percibiendo a la discapacidad en clave de dolor, sufrimiento y limitación. Con esta actitud y comportamientos se llega al extremo de limitar incluso la participación de las personas con discapacidad en estadios tan humanos como el humor y la risa”. Me pareció una reflexión muy interesante.
Hay incluso películas recientes que demuestran que la experiencia de vivir con discapacidad no está exenta de humor. Yo destacaría dos.
Mi favorita es “Campeones”, española, sobre la experiencia de un entrenador de basquetbol profesional que por una crisis personal acaba entrenando, aprendiendo y disfrutando de un grupo de ese mismo deporte con discapacidad intelectual. Les dejo aquí una entrevista que le hice a su director, Javier Fresser.
También otra película francesa: “Amigos intocables” (creo que así la llamaron en español) sobre la relación entre un hombre con paraplejia y su asistente personal.
Finalmente me quedo con una reflexión de un documento de la Revista Española sobre discapacidad escrita por Jesús Portillo-Fernández que dice:
«Chaplin ponía como condición de posibilidad del humor la necesidad de que el chiste estuviera a favor del débil y no del fuerte. […], actualizando la afirmación de Chaplin, diríamos que el humor siempre debe estar a favor de un mundo inclusivo y comprensivo, a favor del ‘reírse con’, no del ‘reírse de’”.
Tras conocerse el deceso de Sammy Pérez, Eugenio Derbez compartió el siguiente mensaje:
Sammy se ganó el cariño y la admiración de la gente, con su carisma. Nos enseñó que se puede estar contento, cantar y bailar sin motivo alguno; nos enseñó con su vida, el mejor ejemplo de inclusión.Sammy Pérez no era diferente. Sammy Pérez era uno de nosotros.Descanse en paz. pic.twitter.com/OSdUkR73cG
— Eugenio Derbez (@EugenioDerbez) July 30, 2021