¿Qué hacer si mi hija o hijo es víctima de bullying?
Preguntamos a profesionales, madres y padres de personas con discapacidad, abogados, psicólogos, maestros y activistas sobre cómo actuar y qué pedir a las autoridades escolares y compañeros ante un acto de discriminación de una alumna o alumno con discapacidad en la escuela.
26 de agosto de 2022
Bárbara Anderson
“Entender qué formas puede tomar y buscar crear conciencia”
Lo primero es saber reconocer el bullying: son actos premeditados con la intención de agredir y dañar. No son ocasionales sino persistentes y siempre ocurre ante más personas y es una manera de demostrar poder. Normalmente, la persona que acosa, tiene autoestima baja y busca víctimas débiles. El bullying puede ser directo (física y verbal), indirecto (psicológico o emocional) o social (exclusión y discriminación).
Es responsabilidad de toda la comunidad evitar el bullying: las familias debemos estar atentas a cualquier señal, sobre todo cuando la persona afectada pertenece a algún grupo en situación de vulnerabilidad, como son las personas con discapacidad (pcd). También los docentes y autoridades escolares deben detectar y atender problemas de disciplina y todo tipo de violencia. Sin embargo, no siempre es así, por lo que las familias podemos reconocer la situación y actuar al respecto.
Les compartiré una experiencia personal.
Soy mamá de una hermosa y excepcional mujer usuaria de silla de ruedas que vivió el acoso escolar en primero de secundaria, aun cuando el director, al inscribirla, nos dijo que “la escuela estaba para apoyarla” y también durante su carrera profesional.
En la primera cursó solo un año y en la segunda fueron dos, ya que le encantaba el programa escolar y suponía que, siendo personas adultas, el acoso terminaría, pero no fue así.
La experiencia que compartiré es la de la secundaria, ya que trabajamos en el año escolar tratando de concientizar al grupo en la materia. La violencia inició con exclusión y discriminación en el salón de clases y en el patio y fue aumentando hasta ser agresión física. El personal docente no apoyaba, incluso el maestro de Biología le exigía cuadernos escritos a mano, lo que para ella es casi imposible, y no se contaba con los programas de dictado de ahora.
Le propuse buscar otra escuela pero ella, gran luchadora por los derechos humanos, decidió que realizaría una “campaña de concientización”, así que, con el permiso de la dirección de la escuela, todos los lunes realizábamos una actividad diferente para la semana: colgamos carteles y dibujos en el salón de clases, llevamos otra silla de ruedas para que fuera utilizada por integrantes del grupo, hicimos una actividad sobre el cuento “Rabito orejas gachas”, invitamos al grupo a actividades de UNICEF, dimos pláticas sobre discriminación… y cambió de escuela para segundo de secundaria.
Tenemos que estar conscientes de que puede ser muy abrumador para las niñas y niños sufrir de bullying, sobre todo si viven en condición de discapacidad; por lo mismo, en estas fechas de reinicio de clases presenciales, es importante, antes de iniciar y al inicio de clases, capacitar al personal de la institución sobre el bullying para evitar el acoso; concientizar en materia de discapacidad, para evitar la sobreprotección y que se limiten la interacción y la inclusión en el grupo; buscar el apoyo del área de psicología de la escuela.
Lo más importante es trabajar para el ingreso, la permanencia y la conclusión de las y los estudiantes con discapacidad en todos los niveles de estudio, evitando su abandono por algún tipo de violencia.
En la actualidad existen, a nivel nacional, programas integrales para la prevención del acoso escolar y la promoción de escuelas seguras, libres de violencia; muchas entidades federativas cuentan con una ley contra el acoso escolar, que establece principios y criterios contra todo tipo de abuso; organismos como la UNAM, la CIDH y UNICEF cuentan con programas contra el acoso escolar, que incluyen actividades para cada grupo de edad para reforzar los conceptos; cada vez tenemos más herramientas; luchemos por evitarlo, aprendamos a detectarlo y enseñemos a nuestros hijos e hijas a denunciarlo.
*Alicia Loza, arquitecta, activista por los derechos de las pcd, ex funcionaria de Conadis y madre de una joven con parálisis cerebral.
“Hay que dejar claro que el bullying es un delito”
Primero: Sensibilización al resto de los alumnos sobre la discapacidad de su compañero/a (que puede y que no puede hacer o las cosas que le gustan) y haciendo ejercicios entre todos de, por ejemplo, “Imagínate que alguien diga algo de ti”.
Segundo: Si ves injusticia alza la voz, intervén, defiende a tu compañero que está siendo discriminado.
Tercero: Siempre dile al profesor lo que pasa negativo en el salón contigo o con algún compañero.
Cuarto: Explica que el bullying es un delito.
Quinto: Levanta una queja en la escuela (pregunta antes por los mecanismos para este tipo de casos que tenga la institución).
Sexto: Acude a organismos que protegen los derechos de las personas ante un acto de discriminación como Copred o Conapred.
Séptimo: Presenta una demanda civil por daño moral.
Octavo: Presenta denuncia por el delito de discriminación.
Noveno: Presenta un amparo.
Décimo: Puedes enviar un comunicado al relator de personas con discapacidad de ONU para presentar un caso ante el comité de Discapacidad de la ONU.
Y en todos los casos siempre apunta los nombres de las personas que te han agredido, las fechas, graba audios y toma fotos. Siempre solicita documentos para firmar las actas.
Haz todos los reclamos vía correo electrónico.
Agustín de Pavía, abogado especialista en DDHH y discapacidad. Vive con parálisis cerebral.
“NUNCA se debe minimizar el acoso”
Siempre es necesario anticiparnos a situaciones de bullying.
La mayoría de las veces asumimos que en la escuela la directora o la maestra de grupo explicará al resto de la clase que nuestros hij@s tienen discapacidad y qué tipos de apoyos necesitan.
Y eso NO sucede en la mayoría de los casos y no debemos asumir que conocen sobre la discapacidad y sobre la condición específica de nuestros hij@s.
Información, comunicación, diálogo es lo que se necesita.
Lo que me ha funcionado a mí personalmente en los grados de primaria de mi hijo fue solicitar a la directora y a la maestra del grupo que me permitiera como mamá -o a algún especialista- dar una plática ante el grupo de compañeros sobre el valor que aportan las diferencias en el mundo, no poniendo a la discapacidad en el centro, sino en el tenor de que todos somos diferentes pero que podemos aportar a los demás. Y dejar que todos participen y comenten. Luego expliqué la condición de mi hijo, en qué consiste y qué tipo de apoyos necesita y qué valores aporta a los demás, como la tolerancia, respeto, generosidad, etc.
Hay que recalcar que una comunidad es fuerte si todos sus miembros se apoyan unos con otros.
Si tu hijo ya es víctima de bullying en la escuela por un adulto o alumno, NUNCA se debe minimizar.
Hay que estar atentos a los cambios de conducta que tengan. Hay que actuar y notificarlo de inmediato: pedir que los directores del colegio y las autoridades intervengan y, dependiendo del nivel de acoso o violencia que se tenga, tomar mayores acciones, pero siempre se debe solicitar al colegio que organice pláticas de no discriminación y anti bullying con los padres de familia y el personal, así como solicitar la intervención de un psicólogo infantil que medie entre los niños para subsanar un daño emocional y que, con información y preparación, se implementen acciones y sanciones en toda la escuela, para evitar a futuro un nuevo caso. Tolerancia cero al bullying.
Karem Robert, fundadora de Familias Extraordinarias (www.familiasextraordinarias.com) y mamá de un niño con síndrome de Down
“Ser claros al señalar lo que no es aceptable porque lastima”
Creo que el bullying es una de las muchas situaciones que desafían a un papá o una mamá. Sentir que nuestro hijo o hija está en riesgo y es víctima de un abuso enciende nuestras más legítimas alarmas del amor. Y atenderlo como hijo o hija. Así que le decimos que eso es lo importante. Tú cómo persona. No es negar la discapacidad, es no hacerla protagonista. El protagonista en la relación de papá/mamá e hijo/hija es el amor.
El sustantivo eres tú, la discapacidad es un adjetivo y una aventura a enfrentar juntos.
Por lo cual, como en cualquier situación de la paternidad.
El primer paso es reconocer nuestras emociones, escucharlas, gestionarlas y tomar acción. Esto permite actuar conscientemente desde una emoción y no secuestrado por el enojo o la frustración.
Sentirse muy enojado, frustrado, amenazado, con miedo o cualquier otro sentimiento es entendible y normal cuando nuestros hijos pueden vivir una situación complicada.
Se dice que las emociones son una invitación a la acción. Por ejemplo, la frustración nos invita a cambiar lo que no está a la altura de nuestras expectativas, el miedo nos invita a cuidarnos, el enojo nos impulsa a poner límites y a la autodeterminación.
Por eso la gestión emocional es como una presa que transforma la fuerza de nuestras emociones en una energía que podemos poner al servicio de nuestros valores y de lo que es importante para nosotros, para nuestros hijos e hijas y para construir una mejor comunidad.
Un segundo paso en este proceso sería
actuar con asertividad y no con agresividad ni sumisión.
Con la energía consciente de nuestro sentir hay que tener muy claro qué queremos lograr con nuestra intervención. Es un desafío importante equilibrar el límite al abuso con la búsqueda de reconstruir una relación de respeto e idealmente de amistad. ¿Cómo lograr arreglar un problema sin hacer sentir a nuestro hijo o hija impotente y que no es capaz de poner sus propios límites? Y tampoco deteriorar más una relajación hasta el punto de la ruptura y al mismo tiempo poner un límite a conductas no aceptables.
¿Cómo no hacer de la discapacidad un problema más grande y aprovecharla como un ejemplo para aprender a respetar la diversidad? ¿Cómo detener una conducta y proponer otras que construyan sin alimentar el rencor?
Por otro lado, es muy importante pedir a una maestra/maestro o institución educativa que asuma su responsabilidad como adulto y organización formadora. Se debe mandar un mensaje claro de lo que no es aceptable y poner una muestra de cómo se puede respetar la diversidad y convivir sanamente. Esto desde el respeto y más aún la celebración de las perspectivas distintas que enriquecen la mirada.
También hay que escuchar al hijo o hija para conocer su perspectiva y saber que quiere que ocurra y hacerle saber que es protagonista y no víctima de las circunstancias y de los demás. Regresarle la sensación de autodeterminación que el bullying deteriora.
Investigar y clarificar los hechos y las conductas concretas que generan una situación de bullying para distinguir los hechos, de las emociones y los juicios. Describir conductas objetivas ayuda a todos los involucrados a identificar lo que hay que cambiar. A quienes están haciendo bullying y a quienes lo sufren, les ayuda a distinguir sus conductas de su persona.
Lo que queremos que se modifiquen son conductas de personas que están en una edad y en un lugar en que están aprendiendo a convivir. En la escuela y cómo alumnos vamos a adquirir conocimientos de materias académicas y también habilidades, actitudes, conductas para construir comunidades incluyentes. Creo que el desafío más grande es el equilibrio entre la claridad al señalar lo que no es aceptable porque lastima, separa y daña con la caridad de reconocer que quien lastima y daña es porque también necesita atención, contención y cuidado. Muchas veces quien más cariño necesita es quien menos se lo merece.
En resumen:
Gestión emocional
Asertividad con inclusión
Claridad y caridad
Jorge Font, licenciado en Administración de Empresas y máster en Desarrollo Humano. Director de Filosofía Institucional en la Fundación Teletón. Vive con discapacidad motriz
“Hay que acompañar a ambas partes”
Hace mucho tiempo se registró el último episodio de bullying en nuestro colegio, hace 8 años ya.
El protocolo que seguimos fue contextuado. Intervenimos con la población involucrada: los alumnos, las familias, los docentes y se estableció una consecuencia para reparación del daño o de la afectación. Como es contextuado tenemos que analizar a los y las involucrados/as, y sobre todo dar acompañamiento a ambas partes.
Elia Nava, coordinadora del área de inclusión pedagógica del Colegio Vistahermosa (CDMX)
“No hay que subestimar el potencial nocivo de los niños agresores”
Lo fundamental es lograr primero enterarse de lo que está ocurriendo de voz del propio niño. Para que un hijo comparta con sus padres una vivencia, que muchas veces resulta vergonzosa y siempre dolorosa, debemos propiciar un entorno seguro en el que la confianza permite romper el silencio.
Una vez que el niño se abre y comienza a narrar su experiencia, es fundamental que se note un interés genuino por él y por su bienestar, cuidando no solamente la expresión verbal sino principalmente la no verbal.
En esta etapa es más útil un adecuado contacto visual, el asentir a medida que nos vamos enterando, más que con palabras con una actitud de empatía.
Una vez expresado el tema conviene recalcar el apoyo incondicional de afecto y aceptación, evitar restarle importancia (no hay que subestimar el potencial nocivo de los niños agresores) y tratar de idear un plan de acción previendo qué, como ocurre con muchas otras víctimas de violencia, pueden existir resistencias que habrá que escuchar y atender.
En el contexto escolar conviene investigar si existe una política institucional y cuál es, así como tener una reunión con el maestro titular o preceptor para exponer la situación y garantizar que se lleven a cabo todas las estrategias para que pare el acoso.
La única política válida y eficaz para combatir el bullying es, desde mi punto de vista, la cero tolerancia al acoso. Si no hay una respuesta contundente de parte de la escuela hay que escalarlo hasta que se le dé la atención que merece.
Se trata de tomar acciones y no minimizar. Evitar que nuestra propia experiencia o el “en mis tiempos era normal” o “es la ley natural, sobrevive el más fuerte”, nos distancien de la experiencia dolorosa de un niño o adolescente que puede llegar a ver su salud mental comprometida e incluso llegar a la autolesión y el suicidio.
Las estadísticas son aterradoras. Que hoy el recuerdo de esas víctimas nos lleve a construir una sociedad más cordial y sana para el desarrollo de todos.
Si se trata de un alumno con discapacidad quien está siendo víctima de bullying, ésto debe ser atendido aún con mayor severidad tanto por el daño e implicaciones potenciales para la víctima (por la vulnerabilidad inherente a su condición), como por la falta de empatía, callo emocional o gravedad de trastorno disocial de aquel que violenta a un niño con discapacidad.
A su vez me parecería excelente oportunidad para lanzar campañas escolares de diversidad, inclusión y desarrollo de consciencia sobre la discapacidad como fenómeno para picar piedra e ir cambiando paradigmas culturales.
José Villela, licenciado en Medicina, psiquiatra y conferencista motivacional. Vive con discapacidad motriz.
“Prevención es el nombre del juego”
En la campaña ENDviolence de UNICEF, se plantea que el primer paso para detener el acoso escolar es la prevención. Sugiere a los padres como medidas de prevención efectivas, hablar con los profesores y otros integrantes de la escuela para fomentar la confianza e iniciar un diálogo, trabajar con ellos para fomentar una cultura contra el acoso, encontrar a otras madres y padres con la misma mentalidad para compartir recursos e inquietudes, participar como voluntario (a) con el colegio y otros grupos para fomentar campañas y preguntar por la capacitación para profesores y estudiantes.
Una buena forma de enseñar a los niños qué es el acoso y cómo prevenirlo es a través de los planes de estudio y programas educativos.
En México la SEP junto con la Coordinación del Programa Nacional de Convivencia Escolar editaron el material “Orientaciones para la prevención, detección y actuación en casos de abuso sexual infantil, acoso escolar y maltrato en las escuelas de educación básica”. Allí hay tareas y mecanismos que pueden realizar tutores o padres de familia para prevenir situaciones discriminatorias y en caso de sufrir acoso escolar cómo actuar. A los docentes se les recomienda consultar las diez esferas de acción para poner fin a la violencia en la escuela incluidas en el documento de la UNESCO, “Poner fin a la violencia en la escuela: Guía para los docentes”.
En el caso de los niños y niñas con discapacidad, la UNESCO manifiesta que pueden ser más vulnerables al acoso. Y en este caso hay que añadir los prejuicios y las desigualdades sociales que existen en su entorno. La sociedad discrimina a las personas con discapacidad, considerándolas, en ciertos casos, inferiores y por tanto mermando su capacidad de inclusión en la sociedad.
Con esta visión, las personas acosadoras se creen con derecho a discriminar a las que presentan una discapacidad, ya que sienten un refuerzo social en sus actuaciones.
Para ello hay que comprender la importancia de las conversaciones docente-alumnado, familia-alumnado, abrirse a la diversidad mediante conversaciones eficaces y efectivas, esto es el diálogo como generador de cultura de inclusión.
Los alumnos con discapacidad sufren en mayor medida casos de acoso y violencia, por lo que la UNESCO redactó una serie de medidas para prevenir el abuso y la violencia contra los niños con discapacidad:
Formar y educar a los padres y otras personas que los cuidan o atienden para que comprendan los riesgos y detecten las señales de abuso de que pueda estar siendo objeto.
Asegurar que los padres se muestren vigilantes al elegir a las personas encargadas de los cuidados y las instalaciones para sus niños y niñas y mejorar su capacidad para detectar el abuso.
Proporcionar y alentar la creación de grupos de apoyo a los padres, hermanos y hermanas, y otras personas que se ocupan del niño o niña para ayudarlos a atender a sus necesidades.
Asegurar que los niños y niñas y los que les prestan cuidados sepan que tienen derecho a ser tratados con dignidad y respeto, y que les asiste la potestad de quejarse a las autoridades competentes si hay infracciones de esos derechos.
Asegurarse de que las escuelas adoptan todas las medidas para luchar contra el hostigamiento en la escuela y prestan especial atención a los niños y niñas con discapacidad ofreciéndoles la protección necesaria, al mantener al mismo tiempo su inclusión en el sistema educativo general.
Asegurar que las instituciones que ofrecen cuidados a los niños y niñas con discapacidad están dotadas de personal especialmente capacitado, que se atiene a las normas apropiadas, está supervisado y evaluado periódicamente y tiene mecanismos de queja accesibles y receptivos.
Establecer un mecanismo accesible de queja favorable a los niños y niñas y un sistema operativo de supervisión basado en los Principios de París.
Adoptar todas las medidas legislativas necesarias para castigar y alejar a las personas autoras de los delitos y faltas en el hogar, garantizando que no se priva al niño y niña de su familia y que continúa viviendo en un entorno seguro y saludable.
Garantizar el tratamiento y la reintegración de las víctimas del abuso y de la violencia, centrándose especialmente en los programas generales de recuperación.
La formación del profesorado tanto en la prevención del acoso escolar como en la discapacidad y sus necesidades es escasa. Al problema de la falta de educación inclusiva le sumamos las deficiencias del entendimiento y la comprensión de la realidad de la discapacidad. Es necesario favorecer desde las aulas el trabajo cooperativo, aumentar la empatía con el resto de los compañeros y compañeras organizando actividades formativas, dotar de accesibilidad y apoyos al alumnado con discapacidad en sus interacciones, e implicar a los alumnos, maestros y familias en la formación.
Mónica Neyra, jefa de los servicios de psicología familiar y Héctor Bolaños/ director de Rehabilitación y Servicios Médicos*
*Referencias bibliográficas que también puedes consultar:
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