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Fotografía de una silla de ruedas solitaria en blanco y negro.Fotografía de una silla de ruedas solitaria en blanco y negro.

Ponen rostro a las mujeres con discapacidad víctimas de trata

Un cortometraje se adentra en el mundo de las redes de prostitución, donde existen consumidores que buscan mujeres vulnerables, mujeres con discapacidad.

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17 de agosto de 2023

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Redacción Yo También

La historia inicia como otras tantas de las que con frecuencia se escuchan en países latinoamericanos, incluido México: un anuncio de internet que ofrece trabajo de oficina sirve para enganchar a jóvenes que buscan dejar atrás su realidad. En el caso de Ava, colombiana de 17 años, eso significa olvidar sus trastornos emocionales por una niñez plagada de violencia y una lesión cerebral resultado de un parto complicado.

Era, pensaba, la oportunidad que deseaba para escapar de la realidad de pobreza y marginación a la que le había confinado una discapacidad que no resultaba demasiado visible a ojos poco habituados a ella.

Esta mezcla de factores fueron suficientes para que Ava terminara captada por una red de trata sexual asentada en España, donde la incomunicaron y vistieron con ropa ajustada, y junto con otras jóvenes, en su misma situación, la prostituyeron.

«Todos los días, unos 20 hombres acudían a mantener sexo con las niñas», relata un artículo de El País. «Estuvo explotada desde el primer minuto. No había esperas y no había treguas», relata María, la madre adoptiva de Ava. «No sé cómo podía resistir».

La historia y nombre de Ava dan forma al documental de Mabel Lozano e Isabel Peña, en el que denuncian que mujeres y niñas con discapacidad también están en la mira de las redes de trata con fines de explotación sexual.

«Ellas incluso llegan a ser más apreciadas por los demandantes de sexo de pago que buscan ejercer poder y sumisión», explica Lozano, quien también es activista contra la prostitución.

La cineasta lamenta que al hablar de trata sexual, sólo se piense en enfermedades de transmisión sexual o en el proceso de reinserción social de las mujeres. «No se tiene en cuenta que muchas de ellas tienen discapacidades intelectuales no identificadas que pueden pasar como estrés postraumático».

Esta historia, insiste, no es aislada. 

«Es una realidad en la que existe una demanda y un consumo de mujeres con discapacidad dentro de la prostitución», denuncia Natalia Massé, coordinadora del programa Mujeres de la Fundación Apip-Acam, de España.

«Basta con ver las páginas de pornografía. Incluso existe una categoría que ofrece escenas de sexo con mujeres con discapacidad. Y existen foros donde se comenta si alguna babea o tiene conductas infantiles», asegura.

«Muchas de estas mujeres carecen de autonomía para tomar sus propias decisiones. Dependen de sus tutores legales, viven violencia dentro del hogar por el mismo hecho de tener discapacidad y son aisladas de una educación afectiva, emocional y sexual», destaca la mexicana Maryangel García-Ramos, directora ejecutiva de Women Enabled International (WEI).

Una realidad demasiado frecuente

Para Massé, la realidad de Ava no es desconocida. La organización en la que trabaja atiende a más de 2 mil mujeres sobrevivientes de trata sexual. Muchas, dice la experta, tienen trastornos mentales y emocionales que se han agravado a causa de la violencia vivida tras la prostitución. 

García-Ramos, directora ejecutiva de WEI, una organización global dedicada a promover los derechos de las mujeres y las niñas con discapacidad, es contundente cuando responde: 

«Las mujeres con discapacidad tenemos hasta el triple de probabilidades de sufrir violencia por dos motivos: por tener discapacidad y por ser mujeres. Esto incluye ser víctimas de trata, de esterilización forzada, de maltratos y de abandono institucional».

La pobreza, la falta de empleo y de acceso a oportunidades educativas y los estereotipos de género son un cóctel que exacerba las violencias contra este colectivo.

«Muchas de estas mujeres carecen de autonomía para tomar sus propias decisiones», explica García-Ramos. «Dependen de sus tutores legales, varias viven violencias continuas dentro del hogar por el mismo hecho de tener discapacidad y son aisladas de una educación afectiva, emocional y sexual». 

La argentina Sofía Minieri, asesora legal de WEI, añade: «Todo esto impide que ellas tomen conciencia de sus derechos, de la explotación y sus peligros y dificulta que se autoidentifiquen como víctimas y que sea más fácil para los traficantes manipularlas».

Mujeres con discapacidad, invisibles hasta en las cifras

Según datos de un informe de la Organización Internacional del Trabajo y de la Organización Mundial de las Migraciones, de los más de 6 millones de sobrevivientes de trata sexual en 2021, 4.9 millones son mujeres; sin embargo, advierte García-Ramos, no registran cuántas de ellas tienen discapacidad.

«Si no aparecemos en las cifras, no quiere decir que esto no nos suceda, todo lo contrario, quiere decir que no existen protocolos ni de prevención, ni de atención y menos aún de justicia para las supervivientes de trata sexual con discapacidad», apunta.

Para Isabel Caballero, coordinadora del área de derechos de las mujeres del Comité Español de Representantes de Persona con Discapacidad (Cermi), el origen de la discriminación se sienta en torno a los tabúes y mitos sobre su sexualidad. 

La especialista comenta que aun en la actualidad, se sigue creyendo que las personas con discapacidad intelectual «o son asexuales o, por el contrario, son hipersexuales. Por esta razón, incluso la policía o los jueces asumen que ellas están exentas de ser captadas por las redes de trata sexual, porque se piensa que no atraen o simplemente que esto no sucede».

Los estereotipos, asegura Caballero, se justifican invocando costumbres y valores socioculturales y religiosos. Un estudio de 2016 del Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas analizaba la discriminación que las mujeres y niñas con discapacidad sufren a nivel global. 

En varios países, señalaba el documento, «las niñas son más proclives a una muerte piadosa que los niños con discapacidad porque sus familias no están dispuestas a criar a una niña con una deficiencia»; mientras que en otros casos, el matrimonio de las niñas con discapacidad intelectual «se justifica con el pretexto de darles seguridad, atención y financiación en el futuro».

Según Caballero, la falta de información y formación de profesionales especializados que aborden la trata sexual y la discapacidad provoca una mayor dificultad para prevenir, detectar y buscar justicia para las sobrevivientes. 

«Cuando denuncian la violencia o logran huir de las redes de trata, se enfrentan a la incredulidad y la desestimación de alegaciones por parte de la policía, los fiscales y los tribunales».

Ava estuvo retenida por la red de trata sexual un poco más de una semana, y fue María, su madre adoptiva, quien presionó para agilizar su búsqueda. Ahora, cuenta María, «no ha podido estudiar nada, concentrarse en nada. Las secuelas se agravaron muchísimo. Su vida se cortó. Yo también me he hecho vulnerable como ella y caminamos vulnerables las dos».

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