Espacio Juntarnos: un bar atendido por personas con discapacidad
Un bar de Argentina, fundado por un grupo de amigos, ofrece a personas con discapacidad la oportunidad de trabajar en un ambiente respetuoso e inclusivo.
13 de agosto de 2024
Redacción Yo También
Un rincón en Argentina se ha convertido en un espacio de trabajo inclusivo para las personas con discapacidad. Se trata de Espacio Juntarnos, un bar que empleó a 33 personas con discapacidad, pero enfocado en que cualquier persona pueda acercarse por un trago para olvidarse del estrés del día.
El lugar está ubicado en Yerba Buena, una comunidad de Tucumán, Argentina, y fue fundado por José ‘Pepe’ Ramón, pensado desde su construcción como un espacio amigable para las personas con movilidad reducida, hipoacusia, autismo o cualquier tipo de discapacidad.
La medida, explica La Nación, es importante al recordar que en Argentina, el 86.7 por ciento de personas mayores de 14 años con discapacidad no tienen trabajo.
Por eso, este bar es una gran oportunidad para personas como Nacho, un joven de 20 años con autismo que, al igual que otros empleados del lugar, encontró aquí su primer empleo formal. “Su mamá nos contó que nunca antes se había reído. Por eso, su alegría cuando vio a su hijo reírse por primera vez, en el bar, mientras le sacaban una foto, fue inmensa”, recuerda Pepe.
Pepe, un fundador de gran corazón
Pepe, desde hace 25 años, es parte de un grupo de amigos que está enfocado en ayudar a los demás y ahora ve este local como un sueño hecho realidad.
Desde 1999, Pepe festejaba su cumpleaños en un evento que cada vez reunía más gente y que, con el tiempo, comenzaron a llamar ‘El Ramonazo’. Pronto, el cumpleaños pasó de lado, porque un gran momento durante las reuniones era que Pepe ponía una caja donde pedía un poco de dinero para después donarlo a un comedor comunitario y después a otras fundaciones.
Entonces, su cumpleaños se transformó en un evento solidario que, con la pandemia, no hizo más que crecer. Durante los años de encierro, los amigos contactaron al Canal 10 y el ‘Ramonazo Solidario’ se convirtió en un espectáculo en vivo donde se sorteaban premios que iban desde dinero hasta autos nuevos, con Pepe y sus amigos enfocados en reunir patrocinadores y entregando el 100% de las ganancias a las fundaciones.
“Juntarnos surgió porque una de las organizaciones a las que ayudamos, la Fundación Fedeh, que se dedica al estudio y la lucha contra las enfermedades hemato-oncológicas,la que ayudamos, tenía un espacio libre en su edificio. Ahí vimos la oportunidad para instalar un espacio inclusivo, con el que hacía mucho tiempo que soñábamos y que tomó la forma de un bar”, explica Pepe.
También se valió de su cuenta de TikTok, donde incentivó a la gente para volver realidad el proyecto y lo logró de forma increíble: recibió desde lavaplatos hasta dinero que iba de los $200 a los $100 mil pesos argentinos.
Ahora ese sueño culminó en la creación de este bar donde trabajan 33 personas con discapacidad que van de los 19 a los 54 años y que laboran cuatro horas al día. Cuentan con personal profesional de cocina que los apoya y los acompaña. “Ver cómo los chicos están compenetrados es algo maravilloso. El trabajo les da autonomía, levanta su autoestima, los hace sentir útiles. Fue enorme la alegría que les dio cobrar su primer sueldo y sentirse valorados”, cuenta Pepe.
Además de este negocio, cuenta también con una fábrica de repuestos de autos donde también trabajan otras 15 personas con discapacidad.
La experiencia del comensal
El bar ha prosperado. Los clientes asisten y viven una experiencia diferente, y se van contentos de haber ayudado a una comunidad históricamente discriminada e invisibilizada. “Nuestra idea es que cada persona que pase por aquí se vaya siendo otro, que sus ojos y su corazón ganen empatía”, señala.
Entre los lemas del lugar, el más importante es “Si pediste un cortado y te trajimos un mate cocido, disfrútalo igual”, explicando que los errores son comunes y permitidos entre su personal.
“Uno de los camareros es campeón del mundo rompiendo vajilla; la rompió toda pero logró salvar un vaso y no sabes la alegría que tenía ese chico por haber salvado el vaso”, recuerda Pepe riendo. “Nos podemos equivocar, pero lo que queremos es que la gente vea más allá de las discapacidades que tienen los chicos y se enfoquen en la capacidad enorme que tienen todos, que es el amor que transmiten, que hace que la gente se emocione”.
Historias que hablan por sí solas
“Es el mejor trabajo que tuve”, dice sonriente Milu, una joven de 27 años con síndrome de Down. Ella es la recepcionista, se encarga de llevar a cada cliente hasta su mesa y disfruta al máximo conversar y reírse con cada uno de ellos.
Para Fernando, un mesero de 54 años que vive con sordera, este trabajo le dio una nueva oportunidad. Adquirió su discapacidad de adulto, y enfrentaba discriminación porque nadie lo contrataba. Ahora, gracias a este empleo, puede seguir ayudando a su esposa y su hija.
Ése es el mayor logro para Pepe, hacer que las familias se sientan seguras al conseguir trabajo para uno de sus miembros. “Son cuatro horas por día en las que pueden ir a hacer un trámite o tomarse un café, sabiendo que su hijo está en un lugar donde es querido, respetado, bien atendido y tratado con amor. Vivimos en un mundo en el que todos buscamos conveniencia, en el que todo se hace a cambio de otra cosa. En nuestro caso, hacemos las cosas a cambio de llenarles el alma a ellos, a sus familias y a nosotros”.
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