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Gimnasta olímpica al término de una prueba de barras asimétricas en París 2024.Gimnasta olímpica al término de una prueba de barras asimétricas en París 2024.

Ansiedad y depresión: la salud mental de los atletas tras los Juegos Olímpicos

El agotamiento y la ansiedad afectan a más del 30 por ciento de los deportistas de alto rendimiento, mientras que al retirarse de las competencias su salud mental se agrava.

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9 de agosto de 2024

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Redacción Yo También

La carrera de cualquier atleta de élite está marcada por la intensidad de su entrenamiento y las expectativas de rendimiento, factores que no solo definen su éxito, sino también su identidad y bienestar emocional.

Según datos del Comité Olímpico Internacional, un 33,6 por ciento de los deportistas de élite sufre de ansiedad y depresión, y al finalizar su carrera, el 26,4 por ciento enfrenta problemas significativos de salud mental, reporta El Economista.

Juan González-Hernández, profesor e investigador en Psicología de la personalidad, el deporte y la salud de la Universidad de Granada, asegura que estos atletas se identifican profundamente con sus logros, invirtiendo tanto esfuerzo que justifican los sacrificios personales, como el distanciamiento de seres queridos y la presión constante de estar en la cima. 

Sin embargo, cuando las competiciones terminan, muchos se sienten perdidos sin los desafíos que antes dominaban su vida, pues desaparecen los retos inmediatos y ambiciosos en su funcionamiento mental automático.

Casos como el de la atleta estadounidense Tori Bowie, triple medallista olímpica en Río 2016 y campeona en varios mundiales, quien vivió diversos problemas de adaptación fuera de las pistas y se quitó la vida a los 32 años de edad. Otro ejemplo es el de Jesús Rollán, doble campeón olímpico de waterpolo que también se quitó la vida tras retirarse del deporte.

"Luchar por mucho más que medallas"

Es común que al acabar una competición, los deportistas se refieran a “lo siguiente” y hablen de “dar un poquito más” o destacar “lo que les falta”. Juan González-Hernández explica que es como si saborear sus logros, la manera en que ha llegado a ese momento o el valor de la superación, no mereciese el más mínimo reconocimiento.

En el momento que acaba la lucha por lo que creen que les ha mantenido útiles durante cuatro años, se produce un “crash psicológico” difícil de manejar. Muchas personas afectadas experimentan una importante reducción de bienestar, cambios de humor y sensación de vacío, lo que plantea dificultades más arduas que la lucha por las medallas.

Cuando se detiene la competición, los deportistas cambian por completo las rutinas, los paisajes y los lugares donde se desenvuelven con eficacia. El funcionamiento mental no está generando expectativas ni esfuerzos porque ha desaparecido el objetivo inmediato que motivaba su rendimiento. Además, la atención mediática o de reconocimiento, que podía dotaba de sentido al sufrimiento y el esfuerzo, va desapareciendo, explica.

“Cuando acaba todo el ruido es cuando te das cuenta que has estado luchando por mucho más que ganar medallas: has estado convenciéndote de algo que en ocasiones ni has decidido ni sabías por qué lo querías”, comenta para el estudio un deportista anónimo semanas después de competir en los Juegos Olímpicos.

Para los atletas, el fin de su carrera competitiva puede ser una oportunidad para redescubrirse y reconectar con su bienestar. Aunque el proceso es difícil, representa un momento crucial para que estas personas se centren en su salud mental y en establecer nuevas metas fuera de la alta competencia, finaliza González-Hernández.

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