De una explosión a los Paralímpicos: el largo viaje de una deportista iraquí
Najla Emad es una paratleta que representará a Irak en París 2024. Aunque creían que no era la mejor opción debido a su discapacidad, ella rompió las barreras que le ponían y demostró sus habilidades.
5 de junio de 2024
Redacción Yo También
Najla Emad vivió de cerca la cara más dura de la guerra en Irak, pero ahora, a sus 19 años, es la representante paralímpica de su país y está concentrada en obtener el oro en Tenis de Mesa en los Paralímpicos de París 2024.
“Este deporte me ha cambiado la vida. Dedico a él todo mi tiempo. En este deporte pude conocer a otros jugadores con discapacidad, que practicaban incluso aunque les faltara una extremidad. Tenían mucha energía positiva y eso me animó”, dijo la deportista a la agencia AFP en un centro deportivo al noreste de Bagdad.
El tenis se convirtió en su tabla de salvación, tras una infancia en Irak, un territorio “desgarrado por décadas de guerra”. A los tres años, Najla Emad perdió las piernas y el antebrazo derecho tras la detonación de un artefacto explosivo fijado al auto de su padre, un exmilitar.
Su carrera en ámbitos competitivos comenzó cuando tenía 10 años y un entrenador fue a buscarla a su casa con el intento de probarla para un equipo paralímpico.
Luego de seis meses de entrenamiento, Najla ganó su primer campeonato ante representantes de todas las provincias del país.
“Fui la sorpresa de la competición”, recordó.
Entre la treintena de torneos y competencias internacionales, Najla acumula participaciones en los Juegos Paralímpicos de Tokio en 2021, además del Campeonato Paralímpico de Asia en China en 2023.
La atleta entrena cuatro días a la semana, dos de ellos en Bagdad adonde viaja acompañada de su padre. Además de las estancias en el extranjero a donde acude como preparación para eventos internacionales relevantes, como cuando estuvo en Qatar en marzo pasado.
El Comité Paralímpico iraquí le da modestas subvenciones mensuales, informó el medio.
Cotidianamente, Najla sigue entrenando en una sala polvorienta y con cristales rotos en donde hay cuatro mesas de ping-pong en el centro deportivo de Baquba, donde ha practicado desde que inició en este deporte.
“Las mesas en las que entrenamos son de segunda mano. Hemos tenido que repararlas para poder utilizarlas”, comentó Hossam Al Bayati, el entrenador de Najla.
Al inicio de su carrera deportiva, Emad Lafta, el padre de Najla, no estaba convencido de que era una buena práctica para su hija.
“Es un deporte que implica movimiento. A mí me faltan tres extremidades y era joven. Mis parientes y la sociedad me decían que no era posible, que me iba a cansar para nada”, agregó la atleta.
Tras su primera victoria, su padre comprendió que tenía que apoyarla.
“Ha perseverado. Ha superado un desafío personal y ha desafiado al mundo”, reveló.
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