Nueva Escuela Mexicana: aún no sabemos si será inclusiva
El Plan y Programas de Estudio para la Educación Básica 2022 que durante ocho semanas se discutió en asambleas a lo largo del país, prioriza un enfoque comunitario donde no se nombra lo suficiente a los grupos vulnerables.
29 de marzo de 2022
Regina Moctezuma
Por Regina Moctezuma | Fotografía de La Prensa
En las últimas ocho semanas se celebraron en todos los estados del país un total de 32 asambleas para analizar con la comunidad educativa el Plan y Programas de Estudio para la Educación Básica 2022, modificar lo necesario y, con ello, elaborar los Libros de Texto Gratuitos en el marco de la Nueva Escuela Mexicana.
La propuesta educativa de la 4T “concibe el aprendizaje como un proceso integrador de los distintos saberes y valores humanos”, poniendo a la inclusión al frente de los siete ejes transversales que la guían, sin embargo, el concepto ‘educación incluyente’ se menciona una única vez en las 159 páginas del marco curricular.
Si bien se expone la importancia de considerar la diversidad en general, no se nombra lo suficiente a las poblaciones a las que deberían enfocarse dichas estrategias, como son los alumnos indígenas o con discapacidad. “Es muy importante que se nombren, se describan, se delimiten y se repitan cuantas veces sea necesario. Si no se nombran, no existen. El lenguaje es muy poderoso”, comenta Concepción Fernández, Jefa de Servicios Educativos de la Dirección de Educación Especial de la Secretaría de Educación de Yucatán.
Para la especialista en educación especial debe quedar claro que la educación inclusiva no está relacionada sólo con las personas con discapacidad (pcd), sino que consiste en atender las necesidades, características, estilos y ritmos de aprendizaje de todos los alumnos del aula. En la asamblea celebrada en Yucatán participaron junto con ella dos docentes de educación especial y dos padres de alumnos con discapacidad.
El concepto ‘educación especial’ también se menciona una única vez en el marco curricular, aun cuando constituye un apoyo clave para los estudiantes con necesidades educativas especiales. Este servicio se brinda desde mediados de los años 90 por medio de los Centros de Atención Múltiple (CAM), mismos que fueron concebidos para apoyar a niños con o sin discapacidad.
“Aspirábamos a que estos centros fueran un espacio transitorio por el que los padres pudieran optar en lo que se convencían de que su hijo o hija ingresara a la escuela regular, por eso era importante llevar los mismos planes de estudio”, recuerda Eliseo Guajardo, profesor investigador en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) e impulsor de la inclusión escolar.
Sin embargo, a los pocos años de su creación, se empezó a vincular a las necesidades educativas especiales principalmente con los alumnos con discapacidad y los CAM se convirtieron en un servicio paralelo donde se hacen programas a la medida, dejando de lado aprendizajes básicos, advierte el especialista en inclusión escolar. “Esto ha abonado a la exclusión de los estudiantes con discapacidad. Elaborar contenidos específicos los desintegra”, agrega.
Para Guajardo que ahora trabaja con jóvenes provenientes de los CAM que aspiran a ingresar a la preparatoria, son precisamente los estudiantes con necesidades educativas especiales quienes requieren un seguimiento de largo plazo, pero los niveles tan estratificados de la educación básica en nuestro país fragmentan ese alcance. “Si los distintos niveles educativos se integraran más entre sí y se diluyeran esas líneas, sería aún mejor para la inclusión”, señala y reconoce el desgaste por el que pasan las familias al tener que repetir la misma lucha para que su hijo entre a cada nivel escolar.
Aprovechando su enfoque comunitario, la Nueva Escuela Mexicana tendría que tomar mucho más en cuenta a los familiares de los alumnos con discapacidad por ser quienes mejor conocen sus necesidades y capacidades. “El especialista pretende decirle a la familia cómo hacerle, en lugar de hacerlo al revés, y ahí se pierde información valiosísima”, advierte Guajardo, quien considera que este grupo poblacional tiene un rol clave en el impulso de la calidad educativa, pues implica a los docentes generar procesos didácticos que permitan enseñar de forma distinta para incluir a todos los alumnos. “Estos factores llevan a los maestros a estar en constante reflexión, siempre pensando qué y cómo hacer las cosas, sin automatizarse”, agrega.
Sin inclusión no hay comunidad
La Nueva Escuela Mexicana prioriza una perspectiva comunitaria con énfasis en el aprendizaje activo de los alumnos, es decir, aquel “derivado de la investigación en su medio ambiente social y natural, de cuestionamientos, y de la búsqueda de información en sus comunidades o más allá de ellas”, se explica en el marco curricular de la propuesta.
Esto implica pasar de un modelo educativo basado en asignaturas (Aprendizajes Clave) a uno interdisciplinario (Campos Formativos). Para la 4T, el modelo educativo vigente “propicia una fragmentación de la enseñanza y del aprendizaje de los conocimientos”, mientras que el propuesto promovería “la construcción de hábitos intelectuales para que los estudiantes aprendan a mirar críticamente los fenómenos de la realidad desde diferentes perspectivas”.
¿Es alguno de los modelos mejor que el otro? En realidad, tendrían que ser complementarios. El primero es necesario para el desarrollo de las competencias individuales que el contexto global exige en el ámbito laboral, comercial y social, mientras que el segundo es clave para que el individuo pueda aportar a su entorno y construir comunidad.
“El modelo de Aprendizajes Clave tiene un enfoque personal que ahora, en el nuevo Plan de Estudios, se busca evolucione hacia uno comunitario, de bien común, que le permita a la persona trascender en lo material, social, emocional, ambiental”, explica Fernández.
En dicha transición será importante cuidar que la perspectiva colectiva no le reste peso al individuo, aun cuando el artículo tercero constitucional señale que la educación tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano. “Justo ahí debe quedar protegida la individualidad”, señala Guajardo.
El éxito del nuevo programa educativo estará en gran parte en la capacitación de los maestros y maestras, en especial desde el punto de vista de la inclusión. “La capacitación y el acompañamiento a los docentes podría marcar la diferencia. Y no se debe tratar de un apoyo inicial para su implementación, sino por lo menos los primeros dos años”, recomienda Fernández.
Lo cierto es que el contexto post-pandemia es un campo fértil para aprovechar ambos enfoques. Los alumnos necesitan reforzar los Aprendizajes Clave atrasados o inconclusos, al mismo tiempo que se han reinventado las maneras de aprender. Los maestros han diversificado sus métodos de enseñanza, y los espacios para enseñar y aprender han superado las cuatro paredes del aula.
Sin embargo, el enfoque comunitario difícilmente será una realidad sin estrategias tangibles para asegurar en las aulas la inclusión y la diversidad. Queda por ver si lo recabado y concluido en las asambleas se verá reflejado en la propuesta educativa de la 4T.