Musicoterapia para la discapacidad: todos podemos crear
La terapia con música apoya el desarrollo de las habilidades del lenguaje, motrices y sociales en las personas con discapacidad intelectual.
21 de agosto de 2023
Redacción Yo También
A mediados del siglo XX en Estados Unidos la música comenzó a utilizarse como terapia para personas con discapacidad (pcd) intelectual, especialmente para desarrollar habilidades del lenguaje, motrices y sociales, recuerda Marina E. Junquera, musicoterapeuta y educadora musical en un artículo para Melómano Digital.
En el trabajo de las conductas sociales y emocionales, dijo Junquera, las actividades terapéuticas grupales como canciones, movimiento y actividades rítmicas pueden ayudar.
Mientras que en lo que se relaciona con la comunicación, la musicoterapia “puede potenciar su desarrollo a través del sonido y sus componentes”, e incluso convertirse en un medio de comunicación para algunos pacientes con habilidades verbales escasas o nulas.
Cuando se trata de habilidades motoras, estas pueden verse beneficiadas con la musicoterapia gracias a actividades como movimiento libre guiado, ritmo, estimulación de la lateralidad, direccionalidad flexibilidad, agilidad y motricidad.
“Para terminar con el área cognitiva, los juegos musicales de repetición o el manejo de instrumentos pueden ser muy efectivos para su potenciación, que resultará en una mejora de aspectos como la atención. Y, finalmente, no podemos olvidar que la musicoterapia debe animar a utilizar la música como forma de ocio”, sostuvo la especialista.
Todavía más allá, los últimos estudios señalan que la musicoterapia debe tener entre sus principales objetivos cuando se trata de pcd, el de “conectar con su sentido del ser, sacarle de su soledad a través de una relación significativa con el propio ser del terapeuta” gracias al refuerzo positivo, la empatía y la autenticidad.
Por ello, cuando se trabaja con las pcd intelectual, la musicoterapia puede tomar en cuenta la improvisación como base para la mejora y potenciación de áreas social, emocional, cognitiva, creativa, motora, de comunicación y de ocio.
“En musicoterapia, los ejercicios relacionados con la composición e improvisación suponen un acto de autoconfianza, desarrollan la creatividad -individual y en grupo-, ponen en funcionamiento la escucha, la (auto)percepción y la observación, mejoran la comunicación -verbal y no verbal- y un largo etcétera”, concluyó Junquera.
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