“La música es una poderosa herramienta de inclusión”: Mikel Cañada
La música no hay que entenderla, sólo sentirla, y eso es algo en lo que la mayoría de niñas y niños con discapacidad intelectual no tiene dificultad.
20 de julio de 2023
Redacción Yo También
Sólo durante los últimos 10 años ha aumentado la conciencia en el medio cultural de la discriminación que sufren las personas con discapacidad (pcd), especialmente niñas y niños, de la práctica de la cultura, sostiene Mikel Cañada, fundador y director de la Escuela de Música Daute-Isla Baja en Tenerife y asesor del Departamento de Educación del gobierno vasco.
En una entrevista para El País, el también jefe de estudios y director técnico de Musikene -Centro Superior de Música del País Vasco-, señala que la música es una poderosa estrategia de inclusión para niñas, niños y adolescentes con discapacidad.
Una prueba de ello, sostiene el especialista -y coordinador del Departamento Educativo de la Orquesta Sinfónica de Euskadi Musika Gela-, es el gran número de artistas en España que tienen alguna discapacidad, por lo que se vuelve necesario que desde la cultura se ofrezcan las oportunidades para la formación.
¿Qué le puede aportar la música a las niñas y los niños que tienen problemas de desarrollo?
Los efectos y beneficios que proporciona la música en vivo son muy similares en todas las personas y en todos los lugares. Niños y niñas, jóvenes, adultos o mayores, al margen de nuestras capacidades o nuestro nivel de desarrollo, todos podemos sentir el mensaje particular que la música tiene para cada uno de nosotros.
La música no se ve, no tiene forma, no necesita palabras, no hay que entenderla, sólo sentirla, algo en lo que la mayoría de las personas con discapacidad intelectual no tiene dificultad alguna.
En este punto, es importante diferenciar las formas de aplicación que tiene la música, ya sea cuando la escuchamos -música grabada o música en vivo-, cuando la practicamos o cuando la creamos. En cada caso, los efectos que producen en las personas es diferente. Los profesionales que trabajan con niños y niñas con discapacidad severa utilizan continuamente la música como un elemento que contribuye a generar un ambiente de relax, junto a la iluminación, el agua, los masajes o las imágenes relajantes.
¿Diría que la música funciona como herramienta de rehabilitación o eso es mucho decir?
Desde mi experiencia profesional, quizá hablaría más de evolución, comunicación y desarrollo que de rehabilitación. La musicoterapia, por ejemplo, se ha mostrado eficaz a la hora de abrir canales de comunicación a través de la música que favorecen la socialización y permiten mejorar así la calidad de vida de niñas y niños con autismo que presentan dificultades de interacción social. De lo que se trata es de hacer un uso profesional de la música y sus cualidades para intervenir en entornos médicos, educativos, culturales y también cotidianos con personas, grupos, familias o comunidades que buscan optimizar su calidad de vida y mejorar su bienestar físico, social, comunicativo, emocional e intelectual, contribuyendo así a su bienestar.
¿Cómo consigue la música convertir a niñas y niños con discapacidad en sujetos activos?
Yo siempre parto de la premisa de que cualquiera puede hacer música y disfrutar de ella si se le dan las herramientas adecuadas, disponemos del apoyo necesario y el planteamiento de la actividad -un taller, un concierto…- es el adecuado. Si disponemos de elementos como un espacio accesible, instrumentos musicales adecuados o profesionales bien preparados, y le añadimos una buena dosis de empatía y el deseo de transmitir un mensaje positivo a través de la música, siempre conseguiremos que los niños participen, desde sus capacidades. Eso es algo que les va a producir, como a cualquiera de nosotros, una gran satisfacción.
Más allá de las aportaciones de los profesionales, ¿qué herramientas pueden utilizar las familias para llevar los beneficios de la música a los entornos naturales de los niños y niñas con discapacidad? Lugares como su casa, sus ámbitos más cercanos…
Esta pregunta es difícil de contestar, ya que son pocas, muy pocas, las oportunidades que, desde la cultura, ofrecemos a las familias de niños y niñas con necesidades especiales para disfrutar de la música. Mi experiencia me dice que hay padres y madres, verdaderos héroes, que entienden pronto que la música puede ser una herramienta muy potente para mejorar la vida de sus hijos o hijas con discapacidad y, desde el ámbito privado, trabajan para que tengan apoyos para conseguirlo: profesores particulares, introducirles en algún grupo musical o en coros inclusivos a través de las organizaciones del sector… Muchas de las iniciativas más importantes de acciones culturales inclusivas parten de las familias, no del sector cultural, y eso da mucho que pensar.
En estos tiempos de reggaetón y demás productos de consumo rápido, ¿es fácil despertar el interés en los niños por otras músicas, independientemente de que tengan discapacidad o no?
¡La verdad es que lo tenemos difícil! La primera premisa para mí es que todos los niños y niñas, y digo todos, también los que tienen discapacidad o pertenecen a familias vulnerables, desde muy pequeños deberían tener la oportunidad de escuchar música en vivo de diferentes géneros y estilos, de forma habitual, al menos durante todo el periodo de la educación obligatoria. Es muy difícil que los menores se sientan atraídos por determinada música si no la han escuchado nunca en vivo, y hay que tener en cuenta que la infancia está abierta a cualquier propuesta artística, siempre que esté diseñada adecuadamente para su edad. No le pedimos a un niño de ocho años, por ejemplo, que lea y entienda “El Quijote», de la misma manera que no le pedimos que escuche y entienda una sinfonía de Mahler. Sin embargo, la literatura musical universal es tan amplia, y de tan grandísima variedad y calidad, que podemos encontrar repertorios muy adecuados para diferentes edades.
Ha desarrollado un amplio trabajo en tecnología musical accesible, diseñando instrumentos que facilitan a los menores con discapacidad la práctica musical. Háblenos sobre ello.
Desde el máster en Mediación, Gestión y Difusión Musical de Musikene, del que ahora soy profesor invitado, estamos trabajando en el apasionante campo de los instrumentos musicales adaptados. Se trata de eliminar barreras a la práctica musical y, para ello, estamos obligados a innovar otras formas de hacer música, con un instrumental musical diferente, adaptado a las capacidades de cada persona. Instrumentos de software para personas con parálisis, que pueden hacer música con el iris a través de una pantalla o a través de sensores ultrasensibles, o instrumentos que amplifican los movimientos para personas que tienen poca fuerza son solo algunos ejemplos de lo que la tecnología musical puede aportar para hacer efectiva la inclusión real de los menores que lo necesitan.
Entre otros cargos es el vicepresidente de ROCE, donde se desarrollan programas de conciertos didácticos y acciones educativas de música para niños en edad escolar y jóvenes. ¿En qué consisten exactamente?
ROCE es la Red de Organizadores de Conciertos Educativos y Sociales en la que una veintena de instituciones musicales y equipamientos culturales trabajamos juntos para, precisamente, hacer que la música en vivo -clásica, antigua, ópera, contemporánea, jazz, pop, músicas urbanas…- sea cada vez más accesible para todas las personas de nuestras respectivas comunidades. Perseguimos mejorar nuestras estrategias, compartir experiencias y analizar los resultados. Tengo que decir en este sentido que actualmente en España hay una oferta muy importante para el público infantil y juvenil, de gran calidad, innovadora, interdisciplinar y anclada en valores como la igualdad y la inclusión social.
También desde la Euskadiko Orkestra, del que es usted coordinador de proyectos educativos, llevan a cabo determinadas acciones destinadas especialmente a familias en las que la música es la protagonista.
Los conciertos destinados a las familias suponen la ocasión de compartir un momento de ocio a través de la música en vivo. Padres, madres, abuelos, abuelas, niños y niñas pueden disfrutar juntos de una experiencia musical esencial para ir creando desde la infancia el hábito de asistir a un concierto, a una representación de ópera, a una obra de teatro, al circo o a una gala de danza. Es un momento divertido, sí, pero también educativo.
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