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Una toalla sanitaria con una pluma rojaUna toalla sanitaria con una pluma roja

Menstruación: un proceso biológico natural que se complica por la pobreza en que viven mujeres con discapacidad

Algo tan común como la menstruación alcanza otra dimensión cuando confluyen interseccionalidades como la discapacidad y la pobreza.

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29 de septiembre de 2023

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Elizabeth Patricia Pérez

La menstruación es un proceso biológico para millones de mujeres. Según el Banco Mundial, un poco más de 300 millones de mujeres y niñas menstrúan el mismo día en el mundo, pero no todas viven este proceso de la misma manera.

Si ya la pobreza en la que habita gran número de ellas complica este proceso natural, la situación se complica aún más cuando confluyen otras interseccionalidades como ser indígena en México o vivir en situación de discapacidad.

Como ejemplo baste decir que el precio de un paquete de toallas higiénicas equivale a dos libras de frijoles, un almuerzo común de 3 dólares o un cuaderno, indica la ONG Plan Américas. Ante esta realidad, países como México y Colombia han buscado promover la reducción del impuesto al Valor Agregado (IVA) a las toallas sanitarias e ir generando el concepto de menstruación digna para las adolescentes y mujeres.

Pero, en materia de discapacidad ¿cómo puede existir una menstruación digna para las niñas, adolescentes y mujeres con alguna discapacidad?

Sin el afán de revictimizar a ese grupo poblacional y con el fin de reflejar las realidad con las que se enfrentan miles de mujeres con discapacidad, podemos decir que aún no es posible hablar de una menstruación digna para todas.

Peor aún, en aquellos contextos indígenas donde la nula existencia de agua potable, accesibilidad y servicios acorde y amigables hacia la discapacidad distan de ser los ideales para que muchas mujeres con discapacidad gocen de una salud sexual digna.

La menstruación es un tópico de salud muy importante que, debido al desconocimiento, provoca que las niñas y adolescentes enfrenten diversas problemáticas al momento de empezar con este proceso. Por ello es fundamental promover la conciencia y la inclusión para abordar desafíos como los que comparte Luisa, una mujer con discapacidad motriz, que inició con la primera menstruación apenas cumplió 11 años.

Pese a tener conocimiento del tema ya que su mamá siempre le habló sin problema al respecto y ya lo había platicado con, sintió un poco de temor. Luisa recuerda que sintió miedo al ver una toalla sanitaria que le pareció de grandes dimensiones y, al ponérsela, sintió que tenía un pañal grandote. Con el tiempo, se fue acostumbrando.

Lamentablemente, Luisa ha sufrido mucho con la menstruación, que llegó a durarle un mes seguido y le impedía asistir a clases. Después de exámenes médicos, fue diagnosticada con ovario poliquístico y la situación se le complicó cuando pasó dos años sin tener ningún sangrado, lo que fue atribuido a los medicamentos de su tratamiento para el lupus.

Ella agradece la ventaja de que su mamá siempre ha estado en el proceso ayudándole, ya que requiere apoyo con la higiene íntima. 

Este relato nos lleva a otras realidades, a la existencia de productos discapacitantes, que siguen sosteniendo un único modelo de consumo para todas las mujeres.

Si deseamos ir generando una inclusión social, es imprescindible incluir otras realidades, como las que viven niñas, adolescentes y mujeres con discapacidad.

Esta y otras propuestas es lo que se pretende reflejar en el Primer Congreso Internacional de Sexualidad en la Discapacidad, a efectuarse en octubre en Ciudad de México.

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*Elizabeth Patricia Pérez es psicoterapeuta, terapeuta sexual y sexoactivista. Mujer indígena de Huixtan, Chiapas, con discapacidad visual.

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