Él es José Luis Hernández, diputado con discapacidad que busca impulsar la autonomía económica y laboral de su comunidad
El legislador busca empoderar a las personas con discapacidad a través de la educación y concientización en materia laboral, para así disminuir la dependencia de programas sociales.
3 de diciembre de 2024
Ivonne Melgar
Empresario y exfuncionario municipal, José Luis Hernández Pérez (de 60 años) apoyó en campaña –material y presencialmente– a diversos candidatos a cargos de elección popular en el poblado de Lerma, Estado de México.
Reconocido y querido en su comunidad, en 2024 participó en la elección federal por el Distrito 23 de dicha entidad en calidad de diputado suplente.
Como cada domingo desde hace muchos años, estaba desayunando unos tacos placeros en San Pedro Tultepec, con sus colaboradores de la mueblería, cuando le notificaron que una curul lo esperaba en San Lázaro. Y es que debido a una resolución judicial se declaró inelegible al diputado titular, por lo que sería el suplente quien tomaría protesta como representante del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
A tres meses de ser parte del Congreso, José Luis ha resuelto concentrarse al 100 por ciento en esta representación popular, entregando a sus hijos la encomienda del negocio.
“Tengo que hacer las cosas bien, porque mucha gente indirectamente depende de mí y de lo que hablen de mí. No quiero ser un diputado que vino a alzar la mano… ¿pues no ven que estoy discapacitado? (sic)”, comenta sonriente en alusión a la manga izquierda vacía de su saco.
“No, no. Al contrario, hoy tengo un reto más grande: trabajar el doble que tú y que tú, sí, porque ustedes tienen sus dos manos y yo nomás tengo una. Y así lo tuve que ver desde hace 30 años”, cuenta.
Además, el diputado Hernández Pérez sabe que “sigue habiendo discriminación de verdad, en los mismos líderes”.
Al ilustrar sus palabras, comparte el diálogo imaginario de hipotéticos personajes que susurran sobre los presuntos inconvenientes de una persona con discapacidad, como él, buscando el voto popular o ejerciendo un cargo. “¿Pero cómo le vamos a hacer? nada más tiene una mano…”.
De inmediato retoma la conversación para reiterar que “sí, es muy difícil esa barrera, y espero en Dios que no tarde muchos años en romperse. Ojalá que se rompa muy pronto, porque hay muchas personas que son muy hábiles y capaces. Pero no nos dan esa apertura”.
El parlamentario del PVEM confiesa su entusiasmo con esta responsabilidad. Le interesa hacer propuestas que mejoren la vida diaria de las personas con discapacidad.
“Quiero que la presencia de José Luis Hernández Pérez se sienta de verdad y con mucha transparencia, que pueda yo caminar como lo había hecho todos estos años, con la frente en alto, y que todos me sigan saludando”. Para lograrlo, dice, deberá seguir buscando estar bien consigo mismo.
¿Y usted se reconcilió con usted, pese a lo que le sucedió siendo tan joven?, le preguntamos.
“Totalmente. Me accidenté cuando iba a cumplir 30, un 2 de mayo de hace 30 años. Estaba en la ruina total. Vengo de una familia muy pobre. ¿Y cómo es posible que después de accidentado, cuando ya nomás tengo una mano, no tengo clavícula y no tengo omóplato, comience a cosechar?”.
Lleva sus reflexiones a la experiencia cotidiana.
Me preguntan:
- ¿Usted vive cerca?
- No, en Toluca.
-Ay, como lo veo que llega muy temprano
-Es que tengo que respetarme, no puedo decir: “No pasa nada, al fin que puedo llegar a votar hasta las 11, 12, voy un rato y luego me vengo”. ¡No, no, no! Porque han creído en nosotros. Y hoy estoy viviendo de sus impuestos. Entonces, no se me hace justo que me haga pato. Voy a dar lo mejor de mí.
Y aunque se declara contento con su faceta política y no descarta escalar sus aspiraciones, admite que no fue fácil llegar y que tampoco tenía las intenciones de hacerlo.
“Pero se dieron las cosas. Y he aprendido en la vida, a través de mi accidente, que la buena voluntad de querer ser o dejar de ser es la llave que abre la puerta para lo que tú deseas en la vida. Que la única responsabilidad era mía, de salir adelante. Hoy puedo decir, con satisfacción: soy un empresario exitoso, y aún más, también un político de muy buen nivel”.
Reconoce la importancia de los apoyos gubernamentales, celebra la reforma que el PVEM impulsó para promover que las empresas contraten a personas con discapacidad y habla de instalar la conciencia de la accesibilidad en espacios públicos y privados. Pero entre todos los pendientes, destaca uno:
“Tenemos que decirlo claro y fuerte, ser bien sinceros: nos tienen que educar, tenemos que educar, primero mentalmente y después físicamente, para los quehaceres que las personas con discapacidades podemos realizar”, explica.
Sostiene que se necesita una política que beneficie a todas las personas con discapacidad. “Pero, también, yo le apostaría más a que nos enseñaran a cómo valernos por nosotros mismos. Por eso, es el trabajo lo que debemos apuntalar”.
Con esta preocupación, asegura, habrá de formular una iniciativa legislativa que ponga en el centro lo que denomina “una reeducación mental, física, moral, espiritual de todos los niveles para poder aprender a querernos a nosotros mismos, porque es donde nace, y dices, claro que sí puedo, claro”.
“Claro que hay personas que lo necesitan. No podemos seguir implementando la lástima, que el discapacitado (sic) viva de la compasión, de la misericordia”, señala al referirse a las transferencias del Estado.
Y es que José Luis parte del reconocimiento de que somos “una sociedad medio dificilona”, donde si los niños preguntan por qué ese señor está así, los adultos los callan. Pero ellas “cuando ven que bailas, que manejas, le buscan, cómo serán los pedales o las palancas o si el volante tendrá alguna magia. Y no, Dios te da ese talento de poderte valer a ti mismo, te quita uno, pero te pone 10”.
Define que lograr esa mentalidad representa un desafío. “Y no me achico, no me hago menos, aquí, en la legislatura, estoy de maravilla”.
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