“Esto debe cambiar, queremos trabajar”: personas con discapacidad luchan contra la discriminación y por empleos dignos
En México, el mercado laboral pone obstáculos a las personas con discapacidad, quienes exigen ser vistas sin asistencialismo y contar con políticas de inclusión para acceder a trabajos dignos.
6 de julio de 2023
Erendira Aquino
Juana Guerra piensa que en su nombre lleva el destino de ser una guerrera: desde que era niña ha tenido que derribar obstáculos, como cuando no la querían aceptar en la primaria por no tener un brazo y una pierna, y años después, en la búsqueda de trabajo, al pasar por una decena de entrevistas laborales en las que le negaron la oportunidad por su condición, o le ofrecían puestos con menor paga por hacer las mismas funciones que otras personas sin discapacidad.
Esta falta de opciones para el desarrollo personal la llevó a integrarse al Movimiento de Personas con Discapacidad, agrupación que se fundó en 2021 y actualmente tiene representación en todo el país, con el objetivo de dignificar a esta población y luchar por el ejercicio de sus derechos en condiciones de igualdad.
“Como parte del movimiento, quiero que a las personas con discapacidad nos vean de manera igual, quiero dejar ese prejuicio del asistencialismo, porque no por darnos una beca vamos a poder vivir la vida de manera independiente, necesitamos trabajar y las personas con discapacidad queremos trabajar, lo que pasa es que tenemos muchos baches en el camino”, lamenta.
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), siete de cada 10 personas con discapacidad en el mundo carecen de empleo, y en el caso de quienes sí cuentan con uno, las condiciones laborales son en su mayoría precarias y limitadas.
En México, las empresas con menos de 50 trabajadores no están obligadas a integrarlas a su personal ni a realizar modificaciones de infraestructura para su incorporación, por lo que una de las exigencias del Movimiento de Personas con Discapacidad es que se reforme la Ley Federal del Trabajo para que todos los centros laborales tengan las adecuaciones necesarias para su inclusión.
Cecilia Guillén, abogada integrante del Movimiento de Personas con Discapacidad, explica que en México las leyes laborales no están armonizadas con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, de las Naciones Unidas, lo que deja fuera la exigencia de un diseño universal para todas las condiciones. “Entonces, estamos insertando a este mercado a un grupo poblacional con necesidades muy complejas sin que empleadores e, incluso, los órganos de justicia comprendan cuáles son los retos de garantizarnos el derecho al trabajo”, alerta.
Guillén agrega que deberán existir “protecciones muy específicas, y aunque la convención no habla precisamente de acciones por cada tipo de discapacidad, sí menciona estrategias que hoy por hoy no tiene la Ley Federal del Trabajo, por ejemplo, como el proporcionar apoyos en el proceso de la contratación o de la permanencia en el empleo, que van a ser distintos según cada condición, edad y escolaridad”.
Sin embargo, la Ley Federal del Trabajo vigente “no exige que haya diseño universal en el contexto laboral, sino habla de ajustes razonables para algunas empresas, y son pendientes que derivan de la falta de armonización integral de la convención, a lo que se suman otras dificultades, como la accesibilidad en el transporte público o las instituciones educativas”. Esto se traduce en obstáculos para su autonomía y crecimiento personal.
“Queremos que sea un ganar-ganar”
Héctor Ensástiga es reclutador de talento en Citibanamex e integrante del Movimiento de Personas con Discapacidad. Desde hace 32 años es usuario de silla de ruedas, luego de que un accidente le impidiera la movilidad de las piernas, lo que no lo detuvo para practicar deportes olímpicos y convertirse en una pieza clave de la inclusión en la empresa.
“Algo muy importante para el banco fue que, al momento en que incluyen a personas con discapacidad y se da la convivencia con colaboradores sin discapacidad, se hizo un match perfecto, porque conocieron nuestras capacidades y vieron la parte de las limitaciones, pero también la de las posibilidades. En las instalaciones, podemos decir ‘Aquí hace falta esto o es necesaria alguna adecuación’ y lo toman en cuenta”, explica.
Como parte de su trabajo, busca que más personas con discapacidad se integren a las distintas áreas del banco que ya están adecuadas en infraestructura y capacitación, con puestos que no se dan por una cuota, sino por la evaluación de las capacidades de los aspirantes, quienes son convocados a concursar por ellos en ferias del empleo inclusivas. Ahí pueden conversar con algunos empleados que les cuentan de sus experiencias.
“Queremos que esta iniciativa sea un ganar-ganar y que no sea un contratar por contratar, por tener un número y presumir que llevamos la cabeza en la cantidad de empleados; no se trata de eso, sino de que el colaborador que se integra con nosotros tenga un plan de desarrollo, un plan de vida y de carrera, y que la empresa también gane con el talento”, señala.
Juana es una de las personas con discapacidad que forman parte del banco, donde, a diferencia de otros lugares, no tomaron en cuenta su condición para decidir darle el trabajo. Al contrario, no supieron que vive con movilidad reducida hasta meses después de su contratación, debido a que fue entrevistada durante la pandemia y únicamente la conocían por videollamada; fue cuando volvieron a actividades presenciales que notaron que era usuaria de silla de ruedas.
Héctor y Juana forman parte de una red de personas con discapacidad dentro de la institución, en la que se reúnen todos los trabajadores que viven con alguna de estas condiciones y dialogan sobre sus inquietudes y necesidades. Además, organizan encuentros en los que visitan centros Teletón, para convivir con niñas y niños que reciben terapia y les motivan para mostrarles que pueden aspirar al desarrollo laboral.
“Eso me emociona mucho, porque luego también deben luchar contra la narrativa de sobreprotección que tienen algunas familias, lo que ha cambiado poco a poco gracias a otras como las que tenemos Héctor y yo”, celebra Juana. Sin embargo, advierte que “en México el acceso a la educación es bien complicado como persona con discapacidad”, lo que aún con apoyo familiar se convierte en un problema para su desarrollo.
Las limitaciones educativas
De acuerdo con datos del Censo 2020 del Inegi, en México hay 19 millones 927 mil 193 personas con discapacidad mayores de 12 años. De ellas, 15% no cuenta con estudios, 39% cursó la primaria y 23% terminó la secundaria. Solo el 28.5% de ellas pudo llegar a algún grado de bachillerato o nivel superior.
Martha García, fundadora del Movimiento de Personas con Discapacidad, advierte que la legislación laboral mexicana tampoco considera el aspecto educativo diferenciado de este grupo de la población, que enfrenta dificultades para prepararse debido a la falta de accesibilidad de los sistemas educativos.
“Trabajaba para una organización donde sí pedían ciertos perfiles laborales, como una persona usuaria de silla de ruedas de tal edad, que sepa hablar tres idiomas y eso es algo lamentable, en muchas partes tenemos esta misma realidad de que por la falta de accesibilidad y los ajustes que se deben hacer en la parte educativa no contamos con un nivel de escolaridad como el que buscan y las oportunidades de tener el puesto se ven muy limitadas”, comenta.
En opinión de Martha, hay mucho por hacer en términos de accesibilidad en centros laborales y escolares, desde considerar las necesidades de cuidados que requieren algunas personas, el ingreso de animales de asistencia, hasta la capacitación de todo el entorno laboral, saber qué hacer en situaciones de riesgo y exigir que todas estas consideraciones sean atendidas, para que el carecer de ellas ya no sea pretexto para dejar fuera a las personas con discapacidad.
Para atender estos rezagos, en algunas empresas se implementan acciones para que las y los trabajadores cuenten con oportunidades de desarrollo escolar y laboral. En el caso de Coca-Cola FEMSA, por ejemplo, los colaboradores con y sin discapacidad reciben oportunidades de continuar con sus estudios y concursar por puestos más altos.
Adriana, trabajadora en el Contact Center de Tlalnepantla de la compañía en México, desde hace 20 años, cuenta que dentro de la empresa tuvo la oportunidad de estudiar la secundaria y el bachillerato, ya que al ingresar solo tenía la primaria.
El edificio en el que se encuentra el Contact Center cuenta con rampas y espacios amplios para que Adriana, al igual que otros usuarios de silla de ruedas, puedan moverse con facilidad y llevar a cabo todas sus actividades.
“Estos años han sido de crecimiento entre todos. Yo no pude terminar la escuela, solo hice hasta la primaria y después me preparé, hice la secundaria abierta y en la empresa hubo un proyecto, como una escuelita, para poder acabar la preparatoria, y bueno, ahorita sigo con cursos en línea y tenemos proyectos que hacen interminable el crecimiento”, detalla.
Rosario Corona, colaboradora del área de recursos humanos de la embotelladora, explica que la empresa ha ido adaptando todas sus instalaciones para recibir a personas con distintos tipos de discapacidad, colocando luces en las alarmas de sismo e incendio para que quienes son sordos puedan recibir las alertas, y con infraestructura que facilite la movilidad de usuarios de aparatos de apoyo.
Además, han implementado desde hace una década los modelos de trabajo híbridos, que permiten a los colaboradores con discapacidad realizar sus funciones desde casa algunos días de la semana, para que no tengan que trasladarse hasta las instalaciones, lo que en este caso les ahorra los traslados entre calles que no están diseñadas para que puedan transitar.
44% ha sido discriminado al buscar empleo
Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022, elaborada por el Inegi, el 22.8% de las personas en México está de acuerdo con que “las personas con discapacidad son de poca ayuda en el trabajo”, y un 15% dijo que estaría poco o nada dispuesto a contratar a alguien en esta condición.
En la misma encuesta, el 45% de las personas con discapacidad mencionó haberse sentido muy discriminado al buscar empleo y otro 18% dijo que sintió “algo” de trato discriminatorio.
Amairany González, maestra en Derecho Constitucional, cuenta con frustración que encontrar un empleo donde ejercer como abogada no ha sido sencillo. Actualmente trabaja en una asociación civil, pero antes de eso solo recibía oportunidades laborales como recepcionista, ya que como persona con discapacidad visual consideraban que solo era buena contestando teléfonos y tomando recados.
“Hubo vacantes a las que llegué a través de ferias de inclusión, pero desafortunadamente a veces en estos espacios las empresas ofrecen siempre los mismos perfiles. En varias ocasiones me llamaron porque vieron mi currículum, para ocupar el cargo de recepcionista, porque todavía existe el estigma de que una persona con discapacidad visual va a ser buena para ello, y yo con mi maestría y un montón de ganas por hacer cosas más grandes”, recuerda.
Jacquelinne Herrera señala con hartazgo que ha tenido que ocultar que tiene discapacidad auditiva para poder obtener empleos. Para algunas entrevistas ha tenido que quitarse el aparato para la sordera y ayudarse de interpretar el movimiento de labios de los reclutadores, con el fin de evitar que la rechacen, como ha ocurrido en algunas ocasiones.
“Al hacer eso, a donde iba a pedir trabajo me lo daban, pero porque no ponía en mi currículum que soy una persona con discapacidad, así que siempre me abrían las puertas porque la sordera no se ve, a menos que tenga el aparato. Tuve que hacerlo así, porque cuando decidí empoderarme y decir que soy así vi que no se puede, terminé ocultándome otra vez porque vi que no me abrieron las puertas”, comenta.
Ante este panorama, y luego de ser mamá, Jacquelinne dejó de buscar empleo formal, y actualmente hace trabajos freelance como traductora, además de estar terminando la licenciatura en Arte y Patrimonio Cultural para poder dedicarse a lo que realmente le gusta: la gestión cultural.
“Es triste, porque no podemos salir adelante, no podemos vivir una vida digna como todos. En mi caso, estuve buscando durante años el apoyo de las tarjetas de bienestar y nunca llegaron; entonces, ¿quién nos sostiene? El Estado no nos puede sostener y la discapacidad es una barrera enorme para acceder a un trabajo”, reflexiona.
Este contenido se publicó originalmente en Animal Político. Por considerarlo de interés para la comunidad de Yo También lo compartimos aquí.
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