Ansiedad, depresión y esquizofrenia: así afectan las ciudades a la salud mental
La población que vive en ciudades tiene una mayor tendencia a desarrollar condiciones de salud mental que quienes viven en zonas rurales. Las condiciones ambientales, áreas verdes y acceso a luz natural podrían disminuir estas situaciones.
19 de febrero de 2024
Redacción Yo También
Dentro de los próximos 50 años, seis de cada 10 personas que habiten el planeta vivirán en centros urbanos, un crecimiento que significa un desafío para las ciudades, que albergan cada vez más gente.
Si en la década de 1950 el 25 por ciento de la población vivía en ciudades, para el 2020 lo hace ya el 56.2 por ciento y se prevé que para el 2070 lo haga el 58 por ciento de los habitantes del mundo.
Al mismo tiempo han crecido las condiciones mentales, que han pasado de 654.8 millones de casos en 1990 a 970.1 millones en 2019, un aumento del 48.1 por ciento.
Vistos así los datos, no extraña que existan cada vez más investigaciones que estudian la relación entre la urbanización y la salud mental, explicaron Eva María Rosa Martínez y Carmen Berenguer, expertas en psicología de la Universitat de València en un artículo para The Conversation.
“De hecho, la tasa de prevalencia de muchos problemas de salud mental es mayor en las ciudades que en zonas rurales: aproximadamente un 40 por ciento más de riesgo de depresión, un 20 por ciento más de ansiedad y el doble de riesgo de esquizofrenia”, detalló el texto.
Vivir en ciudades está asociado con una mayor actividad de la amígdala, una estructura localizada en el cerebro y que es una pieza esencial en las respuestas al estrés y a la ansiedad.
Si en el pasado la planificación urbana obedecía a intereses comerciales y productivos, ahora es evidente la necesidad de tomar en cuenta el bienestar de los habitantes para el diseño de las ciudades.
Elementos como el hacinamiento, el ruido, la contaminación y el propio diseño urbano son considerados generadores de estrés; por el contrario, una buena accesibilidad al transporte público y una estructura urbana densa (que contribuyan a tener una vida social activa), contribuyen a reducir el riesgo de depresión, indicaron las especialistas.
En el diseño urbano juegan un papel clave las condiciones ambientales, porque si se incorporan zonas verdes y aumentan el contacto con la naturaleza y la luz natural pueden mejorar el estado de ánimo y las emociones, así como reducir el estrés de las personas.
“Hay marcadores fisiológicos que lo corroboran. Ver el cielo o pasear entre árboles es suficiente para disminuir la presión arterial, la frecuencia cardiaca, los niveles de la hormona del estrés (cortisol) y la actividad neuronal en áreas cerebrales vinculadas a las enfermedades mentales”, continuaron las autoras.
Las investigaciones demuestran que con solo cinco minutos de exposición a zonas verdes se logra una recuperación significativa del estrés, lo que facilita la tarea para el diseño de las ciudades en beneficio de la salud mental.
Ya la Organización Mundial de la Salud fijó como una meta del Objetivo de Desarrollo Sostenible la estrategia de planificar ciudades amigables con los seres humanos.
“En concreto, con la meta 1.3 (urbanización inclusiva y sostenible), y la meta 11.7 (proporcionar acceso a espacios verdes públicos, seguros e inclusivos)”, recordaron Martínez y Berenguer.
Por ello, es vital definir los criterios de urbanización saludables para medir las respuestas de estrés de las personas ante los factores del entorno.
“Lo que parece indiscutible es que el estrés urbano es un problema multifactorial que puede prevenirse con la colaboración entre los responsables de la planificación urbana y los investigadores de la psicología y la neurociencia para diseñar ciudades que promuevan la salud mental a través de elementos protectores”, concluyeron las investigadoras.
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