Amalia cumplió su sueño: ahora puede ir y venir de su trabajo… sin ayuda de nadie
Gracias al apoyo de su jefe y compañeros de trabajo, adaptó el motor eléctrico -originalmente diseñado para una bicicleta- a su silla de ruedas. Ahora puede desplazarse por Morelia sin necesidad de usar un taxi que a menudo le ponía trabas para llevarla a su trabajo.
22 de enero de 2024
Julio Ramírez
Amalia Domínguez Maldonado es trabajadora de Atención Ciudadana del Congreso de Michoacán y vive con discapacidad motriz. Para moverse los cinco kilómetros desde su casa en un fraccionamiento al sur de la capital michoacana al Centro Histórico de Morelia utilizaba una combi del servicio público.
Hoy tiene un adaptador para su silla de ruedas que le permite ir por las calles de Morelia.
“La movilidad es importantísima para todas las personas con discapacidad, porque todos tenemos derecho a movernos, a trasladarnos. Sin embargo, a veces las condiciones son limitadas y uno no lo puede hacer por uno mismo, y tiene que depender de otra persona, de terceras personas, para poder trasladarse a ciertos lugares. Ahorita con este aparato es muy importante porque así uno lo puede hacer sin terceros”, explica Amalia.
Ella sola puede desconectar el aparato y utilizar su silla de manera ordinaria. Cuando se va a retirar, instala el aparato eléctrico parecido a un scooter al frente de la silla de ruedas. En la parte posterior de la silla, adaptó unas luces para que los conductores la ubiquen más fácilmente.
El embrollo de usar taxis
En entrevista para Yo También, Amalia cuenta que era preferible utilizar el servicio colectivo de transporte en Morelia antes que un taxi. Los conductores del taxi a menudo le ponían una tarifa alta por llevar la silla de ruedas en la cajuela. Por el contrario, los conductores de las combis, que hasta la conocían, hasta se bajaban para ayudarla a subir con todo y su silla de ruedas.
Considera que es importante la concientización sobre la movilidad de las personas.
“Ayer que yo venía por la avenida Madero, se para una patrulla y me dice 'sabes que es incorrecto que andes por la avenida, súbete a la banqueta'. Lamentablemente yo no podía hablarles porque tengo la voz muy bajita y el policía usó el altavoz. Ellos no se dan cuenta que ni hay banquetas especiales o adaptadas porque tienen desniveles, porque la mayoría de las banquetas no cuentan con una rampa. Las que están en el Centro sí, pero mi ir y venir cotidiano no es en el Centro, son otras calles, otros lugares, donde hay callejones y no hay rampas, absolutamente nada de rampas. Yo tengo que ir por el arroyo vehicular forzosamente”, explica.
En agosto, Amalia Domínguez Maldonado descubrió este aparato que ofrece la empresa Voltax por alrededor de 25 mil 900 pesos y se adapta a cualquier silla de ruedas. Ella además le puso un cubresol para motocicleta.
Ahora se desplaza por la mañana al Congreso del estado en la Avenida Madero y por la tarde regresa a su casa al sur de Morelia. Amalia vive con una discapacidad motriz derivada de una fractura en la columna vertebral y que durante su vida se diagnosticó como una secuela de poliomielitis.
“Para una persona como yo es muy importante tener acceso a la movilidad, porque así uno no depende de las demás personas, sino de uno mismo. Uno puede trasladarse a donde uno quiera y a la hora que uno quiera, no a la hora que los demás nos digan o tengan tiempo de hacerlo. Este aparato que tengo ahorita es lo más importante en mi vida, porque puedo irme donde yo quiera y hacer lo que yo quiera, trasladarme grandes distancias y llegar hasta el lugar que yo quiera llegar”, asegura Amalia.
Amalia agradece a sus compañeros de trabajo que la apoyaron para la compra del artefacto.
“Mi jefe vio la situación y fue iniciativa de él de empezar a hacer una rifa y empezar a recopilar fondos para comprarme una silla eléctrica. Me mandó a cotizarla, pero él me dijo que quería la mejor para mí, que quería que fuera una donde se me facilitara el traslado. Es decir, subirla a una cajuela y bajarla y todo eso”, explica.
El aparato le permite hacer compras y trasladarse a varios sitios, incluso se lo lleva en el autobús cuando va a Zitácuaro, municipio ubicado en el oriente del estado.
“Si voy a un centro comercial, sí lo llevo; si me voy al mercado, a lo mejor me tengo que desplazar en un taxi o en la combi y ahí lo subo… Más bien en la combi porque es donde me apoyan más. Me subo a la combi, me apoya a mi prima, lo subimos y nos vamos al mercado y ahí sí lo traigo dentro”, explica Amalia Domínguez Maldonado.
Gracias a este tipo de aparatos tanto Amalia como miles de personas en México pueden valerse por sí mismas y enfrentarse a entornos que muy pocas ocasiones están pensados para quienes viven con discapacidad.
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